Me han contado de soldados que se han dormido durante una marcha. He conocido a buena gente que se duerme mientras ora, hasta que parece que sus oraciones no son sino un ronquido piadoso. Repiten las mismas viejas frases sin considerar cuál es su significado. Son como grillos, que siempre cantan la misma nota. Muchas oraciones son como las cuentas del almacenero: ídem, ídem, ídem. Las mismas peticiones son como de costumbre. Los labios del hermano están presentes en la oración, pero su alma está en su casa o en su negocio. Las aspas de su molino giran mientras sopla el viento, pero no muele nada. Salgamos de las huellas de las frases hechas. La rutina religiosa es odiosa, y sin embargo con cuánta facilidad caemos en ella.
Charles Spurgeon.
Charles Spurgeon.
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