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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

viernes, 22 de abril de 2011

"Declararlo" y "Decretarlo": El engaño de la Nueva Era

  Escrito por Alberto Mansueti
-Abogado, economista y pastor evangélico venezolano
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Transformar piedras en pan fue la primera tentación de Satanás para Jesús en el desierto. Y no cayó (Mateo 4:3). Pero la gente cae. Se le hace creer que tiene el misterioso y fabuloso poder de cambiar la realidad a su gusto con su mente (imaginación), o con su lengua (palabra). Basta con “visualizar” cualquier deseo y “declararlo” o “decretarlo”. Y librarse de enfermedades y desgracias personales, o de pobreza y desempleo u otras consecuencias dañosas del estatismo sólo con no pensar cosas “negativas”, ni mencionarlas. “¡No recibo!”
A eso le llaman “fe”; y “pensar positivo”, y también “poder de la palabra”. ¡Engaño! Los mortales no podemos lo que sólo Dios puede. No es nuevo este mito, ya se le dijo a Eva: “Seréis como Dios” (Génesis 3:5). ¡Y se lo creyó! La gente se atonta con “fábulas profanas y cuentos de viejas” (1 Timoteo 4:7) acerca  de lo sobrenatural, y la clase media se autocastra políticamente. Si es tan fácil cambiar la realidad, para qué estudiar? A qué averiguar la verdad? Así se debilita e inhibe la capacidad de reflexionar con objetividad. Y se acepta sin crítica la desinformación de los medios, o de la deseducación, o los mandatos de los gobernantes. Y se cree en cualquier tontería; hasta en el socialismo.
Incluso los cristianos. Esta diabólica doctrina se adereza con algunas citas bíblicas aisladas de su contexto, y se predica junto con enseñanza sobre prosperidad, que nada tiene que ver con sus dos requisitos según la Biblia: administración prudente (sabia mayordomía) y Gobierno con fronteras. Se hace depender la prosperidad nada más que del diezmo, que es bueno porque es bíblico, para alimentar las finanzas de las Iglesias y su independencia, y por tanto su dignidad. Pero no sustituye a la mayordomía ni al Gobierno limitado.
Fe es “certeza de lo que se espera y convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1); o sea: asentimiento, confianza y seguridad en las grandes verdades de la Escritura, enseñadas por generaciones de pensadores y escritores cristianos desde Justino, Policarpo, Ireneo, Tertuliano, Agustín de Hipona, etc., cuyas lecciones nos permiten entender la Biblia. Fueron resumidas en los grandes Credos o Declaraciones de Fe por los primeros Concilios en Nicea, Constantinopla, Éfeso, Calcedonia. Y entre los reformados, por las antiguas Confesiones de Fe o Catecismos de Augsburgo, Heidelberg, Westminster, Bautistas, Cánones de Dort, 39 Artículos, etc. Antes eran distintivas de las denominaciones protestantes, pero hoy casi patrimonio común, universal (ecuménico) una vez popularizadas en bellos y magníficos himnos que aún cantamos.
Son las doctrinas bíblicas de la inerrante Escritura, de Dios, de la Trinidad divina, de la Creación y el cosmos, del hombre, de la Caída y la Redención, de la Salvación, de la Iglesia, etc. O sea las del índice de cualquier buen texto de Teología escritural, incluyendo:
La doctrina de la razón, capacidad para la reflexión y el análisis, específicamente humana (no “mundana”), que nos distingue de los animales y nos asemeja a Dios, y que en todo momento debe gobernar sobre las emociones y sentimientos. El cristianismo no es enemigo de la razón. El Evangelio según Juan comienza declarando que “En principio era el Logos” (Juan 1:1), lo cual se traduce como “Verbo” pero significa en griego “La Razón”.
La doctrina de la Mayordomía, una de las dos claves de la prosperidad.
Y por supuesto la otra clave: la de los límites del poder, que debe observar todo Gobierno humano, desde el familiar o doméstico hasta el político o civil.

 Como lo que nacio hace menos de 50 años en la iglesia evangelica como el "decretar" "afirmar" "pensamiento y confesar positivo" es originado por la metafisica.

Fuente: e-book

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