Por Pastor Esaú Crespo
I. La Oferta Del Reino De Los Cielos.
Los israelitas habían experimentado en carne propia lo que era el
reino terrenal:
fueron gobernados por los egipcios, los pueblos vecinos adyacentes a la
tierra de Canaán, los asirios, los caldeos, los griegos, los sirios, y en el
tiempo de Juan el bautista, por los romanos. Todos esos reinos los
habían tratado con crueldad y toda clase de humillaciones; reinos
despiadados cuyos valores son diametralmente opuestos a los valores
del Reino de los Cielos que están expresados con suma claridad en
el Sermón del Monte. (Mateo caps. 5,6,7). Este reino Dios lo ofrece
a todos los hombres para que lo puedan disfrutar eternamente, porque
el deseo de Dios es tener comunión eterna con la criatura humana.
Sin embargo, también debemos entender que Dios pone una condición
muy sencilla:
II. El Arrepentiento Es La Condicion Que Dios Exige.
El arrepentimiento es un cambio de mentalidad, una actitud conforme
a la voluntad de Dios. Pero también, el arrepentimiento es una actitud
del corazón. Cuando la Palabra de Dios llegó a los oídos del rey David
que había pecado contra Dios, él sintió dolor en su corazón porque
había ofendido la santidad de Dios. El rey David se arrepintió porque
tuvo una actitud correcta tanto en su mente como en su corazón.
A partir del arrepentimiento el creyente comienza a experimentar un
proceso de perfección; es decir, su vida de obediencia a la Palabra de
Dios va en aumento cada día hasta alcanzar la madurez cristiana.
El arrepentimiento también nos hace capaces de confesar públicamente
nuestra fe en el Señor Jesucristo. La Biblia dice que aquellos que
obedecieron la exigencia divina del arrepentimiento, confesaron
públicamente sus pecados (v.6).
III. El Arrepentimiento Trae Al Hombre Otras Bendiciones: - Una vida de buenas obras. Las buenas obras no salvan a nadie,
- pero son el resultado de la experiencia de la salvación. Las
- buenas obras Dios las exalta, pero después de la experiencia del
- arrepentimiento.
- Sin la experiencia del arrepentimiento y el lavamiento de nuestros
- pecados por la sangre que se derramó en la cruz del Calvario,
- las buenas obras no valen nada delante de Dios. Hay dos pasajes bíblicos que son contundentes en cuanto a esta verdad
- que las buenas obras sin arrepentimiento no valen nada delante de Dios:
- PROVERBIOS 15:8 ; ISAÍAS 64:6 El primer pasaje dice:
- "El sacrificio de los impíos es abominación a Jehová; mas la
- oración de los rectos es su gozo". El segundo pasaje afirma:
- "Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras
- justicias como trapo de inmundicia...".
- Somos hechos miembros de la familia de Dios. (V.9) Los líderes
- religiosos del pueblo de Israel se sentían orgullosos porque eran
- miembros de la descendencia de Abraham, pero Juan el Bautista les
- hace ver que eso no vale para entrar al Reino de Los Cielos, que el
- Reino de los Cielos se recibe a través del arrepentimiento para
- con Dios y la fe en el Señor Jesucristo. El pasaje nos enseña que
- cualquier persona de cualquier nacionalidad, raza, lengua, etc. tiene
- la oportunidad de ser salvo por la fe en el Señor Jesucristo. Todos
- los seres humanos nacemos con la maldición de la marca del pecado
- y el pecado es un nexo con el diablo y con la muerte, pero cuando le
- entregamos la vida al Señor Jesucristo esos nexos de maldición
- quedan rotos y somos hechos miembros de la familia de la fe.
- La Biblia dice que ahora somos hijos de Dios y aún no se ha
- manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando
- El se manifieste seremos semejantes a Él porque le veremos tal
- como Él es. (I Juan 3:2)
- ¡Qué privilegio más grande el hecho de ser hijo de Dios y, por lo
- tanto, tener el privilegio de entrar con toda libertad a gozar
- del reino de los cielos!.
- El bautismo del Espíritu Santo. Cuando el pecador se arrepiente
- y pone toda su confianza en el Señor Jesucristo, en ese momento
- se opera el bautismo del Espíritu Santo. En el caso de Juan el
- Bautista,
- el bautismo del Espíritu Santo era un acontecimiento futuro porque
- era necesario el sacrificio de Jesucristo en la cruz del Calvario.
- Después que el Señor Jesús ascendió a los cielos vino el glorioso
- acontecimiento del Pentecostés en que el Espíritu Santo vino para
- quedarse permanentemente con y en la iglesia. El Espíritu Santo
- regenera al pecador, lo santifica, lo hace miembro de la familia
- de Dios.
- El Espíritu Santo es llamado el Consolador porque El está
- con los cristianos para consolarlos cuando éstos pasan por
- diferentes tribulaciones. Desde el momento que una persona
- se entrega por la fe al Señor Jesucristo, desde ese preciso
- momento el Espíritu Santo viene a morar en el corazón del
- creyente. El apóstol Pablo dice que el creyente es el templo y
- la morada del Espíritu Santo de Dios.
- Somos Librados Del Infierno. (VS. 10-12) Juan el Bautista habla
- en este pasaje de dos clases de bautismo: el bautismo del Espíritu
- Santo y el bautismo de fuego. Si los pecadores se arrepienten de
- sus pecados por la fe en el Señor Jesucristo, entonces son
- bautizados por el Espíritu Santo, pero si los pecadores rechazan
- el mensaje del Evangelio, entonces sólo les espera el bautismo
- de fuego que es la experiencia del infierno eterno. Algunas personas,
- bien intencionadas, pero mal informadas, han interpretado que
- "fuego" aquí en el pasaje implica poder, entusiasmo, etc., pero
- el contexto del pasaje no admite dicha interpretación, sino que
- Juan está diciendo que si los pecadores rechazan la gracia de Dios,
- les espera al final el juicio eterno de una existencia en el infierno.
Conclusión: Para gozar del Reino de los Cielos los hombres deben arrepentirse de
todos sus pecados con los cuales han quebrantado los mandamientos de
Dios y han insultado la santidad de Dios. Por la fe en el Señor
Jesucristo y el arrepentimiento para con Dios, hay perdón de
pecados y entrada al Reino de los Cielos.
Fuente: IglesiaBautista.org |
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