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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

lunes, 11 de abril de 2011

La Soberanía de Dios en sus propósitos


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 Por el pastor. Chuy Olivares

Dios es soberano. Él gobierna y tiene control de todas las cosas y nada se le escapa. Él es todo sabio, todopoderoso, y ésto lo capacita para gobernar todo el universo.
Dios tiene cuidado aún de las cosas pequeñas. Por ejemplo, en Mateo 10.29 dice “¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo el Padre”. Si Dios tiene cuidado de un pajarito, ¿no tendrá cuidado de nosotros? Si Dios sabe que un pajarito necesita comer y le suple, ¡cuánto más a nosotros!.
Es extraordinario cuando nosotros conocemos y entendemos la Soberanía de Dios. En el capítulo 17 de Mateo estaban los discípulos preguntándole a Jesús si debían pagar impuestos. Jesús les responde que los hijos están exentos de pagar impuestos. Jesús ordena a Pedro que vaya al mar y se ponga a pescar. En el primer pez que obtenga habrá una moneda con la cual podrá pagar los impuestos de ellos. Si meditamos en esto, es realmente extraordinario. La pregunta es: ¿cuándo se tragó el pez la moneda? ¿Cómo sabía Jesús que entre millones de peces había uno que se había tragado la moneda? ¿Cómo sabía Jesús que el primer pez que agarraba Pedro iba a ser el que se tragó la moneda? Eso me habla del conocimiento y la omnisciencia de Dios. Todo lo sabe, no ignora nada, cada circunstancia y detalle en la vida, en el universo y sus criaturas es conocido y controlado por Él.
Un hijo de Dios ha de entender la soberanía de Dios.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. (Rom 8:28 )
El Espíritu Santo inspiró al Apóstol Pablo de una manera extraordinaria para mostrarnos en este sólo pasaje la profundidad de la soberanía de Dios. En el caso de sus hijos Él obra siempre a nuestro favor.

Y sabemos…

..todas las cosas ayudan a bien.. Rom 8:28 [Foto de www.LionAndLambMinistry.comEs la voluntad de Dios que todos sus hijos *sepamos*.
¿Sepamos qué? La palabra se tradujo del griego “eído” que tiene algunos otros sinónimos como: conocer, comprender. Entonces si expandimos el versículo con estos significados, empezaría Pablo diciéndonos: “Sabemos, conocemos, comprendemos…”.
Lo opuesto de saber, conocer y comprender es ‘ignorar’, ‘desconocer’ y ‘no entender’. Si tú ignoras, si no conoces por qué Dios hace las cosas, no vas a entender. Al no entender que Dios es soberano para hacer las cosas que Él quiere, de la manera que Él quiere y cuando quiere; entonces vivimos en incertidumbre, en frustración y hasta en depresión.
Es inconcebible que un cristiano se deprima. ¿Por qué una persona se deprime? Por las circunstancias y situaciones que está viviendo y que no entiende ‘porqué’. Si no entiende es porque no sabe.
Dios está en contra de ignoremos cómo es Él - siempre las oraciones de Pablo decían “que te conozcan”. Jesús oraba “que te conozcan.” Pablo oraba que Dios les diera un “espíritu de revelación en el conocimiento de Su voluntad” para que sepamos las cosas, para que las entendamos.

¿Dónde estaba Dios?

A medida que vamos sabiendo, conociendo y comprendiendo, nos vamos dando cuenta que podemos descansar totalmente en la soberanía de Dios. Una historia que siempre bendice es la de José. Era una familia con una docena de hermanos; un día toman al más pequeño y lo venden.
Imagínate que tu mamá llega a la casa y pregunta ¿dónde está el bebé? “Ya lo vendimos mamá.” ¡Vendieron al peque de la familia! Y no sólo eso, sino que esos lo re-vendieron. José pasó una serie de situaciones tremendas: lo meten a un pozo, lo meten a la cárcel, y más. Pero en Génesis se dice varias veces: “Y Dios estaba con José.”
¿Quiere decir que aunque lo venden, lo meten en un pozo y a la cárcel y lo persiguen; aún así Dios estaba con José? Sí. ¡Eso es exactamente lo que quiere decir!
Es como este ejemplo: hay una tragedia y los que no entienden se preguntan: “¿Y Dios, dónde estaba?” Hagamos la siguiente reflexión: Cuando prenden a Jesús y lo comienzan a azotar, ¿dónde estaba Dios? ¡Ahí, estaba con Él! Cuando lo clavan y levantan en la cruz, cuando lo traspasaron, ¿dónde estaba Dios? ¡Ahí estaba! Lo que pasa es que no todos los ven. Dios estaba allí en medio de ese sufrimiento. Ese sufrimiento y esa muerte nos dieron vida eterna. No todos entienden esto.
Una vez, caminando con mi esposa, me sorprendió al agacharse y levantar nada menos que un rollo de billetes. Eran mil pesos -algo así como 100 dólares- y mi esposa exclamó “¡Dios me bendijo!” porque tenía una necesidad. Una mujer que nos acompañaba dijo entonces: “¡Ay sí! Mira qué clase de Dios tienes. ¡A ti te bendijo y al otro lo maldijo!” Ese razonamiento parece lógico, ¿no? Pero ellos no entienden por qué Dios obra de la manera en que lo hace. ¿A ti alguna vez se te ha perdido dinero? Seguramente se lo encontró alguien. ¿No podrá ser que Dios en su infinito amor, misericordia y soberanía permitió que se te perdiera el billetito para darle de comer un día a una familia? No sabemos, ni entendemos, ni conocemos.
José tuvo todas las experiencias que hemos mencionado hasta que , finalmente, es puesto como primer ministro en Egipto. Está gobernando cuando su familia sufre los efectos de la hambruna - incluyendo sus hermanos que lo habían vendido-. Su padre los manda a Egipto y José los reconoce cuando llegan. Él se revela delante de ellos y les dice que es José. “¿Cuál José?” dicen ellos y se asustaron. “Sí”, responde José, “El que vendieron”. Notemos que José no tiene amargura contra sus hermanos. Si miramos Génesis 45.7 podemos ver que José sabía, conocía y comprendía la soberanía y sabiduría de Dios.
” Dios me envió delante de vosotros, para preservaros posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación.”
¡Dice que Dios lo envió! Acordémonos que Dios no es el autor de la maldad, sino que la maldad está en nosotros. ¿Cómo es que Dios en su infinita sabiduría sabe cómo hacer para que nuestra maldad sea usada al final para nuestra bendición? ¡Eso es impresionante! Dios ya sabía que iba a venir una hambruna. Dios había escogido al pueblo de Israel para que naciera el Mesías. Si Dios no hubiera tenido control de las cosas, los judíos hubieran muerto de hambre y nosotros hubiéramos muerto en nuestros delitos y pecados. Vea la sabiduría, el conocimiento y dominio de Dios. Usó una circunstancia negativa en la vida de José, hizo un plan conforme a su propósito y todo para que al final José les vendiera comida y para preservar la vida de sus hermanos.
Luego José añade: “para daros vida por medio de gran tribulación”. ¿Quién fue el que vivió la gran tribulación? ¡José! La tribulación fue de José.
El problema es que nosotros, cuando no sabemos, nos cuesta entender. En el versículo 8 dice: “Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios”. Cuando tú tienes un conocimiento de la soberanía de Dios y sabes que en todo lo que sucede Dios tiene el control, entonces descansas y eso protege tu corazón. Eso te hace dormir confiado, descansar en Dios.

…que a los que aman a Dios…

amar-a-dios.jpgSi preguntamos por allí cuántos aman a Dios, todos decimos que le amamos. Pero ¿cómo fue que nosotros llegamos a amar a Dios?
Dice Juan que él nos amó a nosotros primero. Pablo les dice a los romanos que “él mostró su amor para con nosotros”.
“De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo”. Esa es la dádiva de Dios: su amor fue demostrado enviando a su hijo para morir en la cruz por nosotros. Cuando creemos en ese amor demostrado de Dios, creemos en su sacrificio y en que nuestros pecados son limpiados, nuestra vida es transformada. Sucede algo en nuestro corazón cuando nacemos de nuevo.
¿Qué es lo que se produce inmediatamente en el corazón del nuevo convertido? ¡Amor hacia Dios! Comienza una relación de amor con Dios, pero no por otra razón sino porque Él nos amó primero. Entonces, como iglesia, tenemos una relación de amor hacia Dios: Él nos ama y en respuesta a ese amor, nosotros también lo amamos.
Cuando yo comprendí que mis pecados habían sido perdonados en la cruz, lo creí por fe y mi vida fue transformada. Hay quienes se acercan a Cristo pensando en que Él les dará un buen negocio. ¡Esa es una *falsa* presentación del evangelio! Por eso muchos van detrás de Jesús, por lo que les da, no por quien es Él. Están por conveniencia. Es como la mujer que le pone el ojo a un hombre que es adinerado y dice “Me conviene casarme con este hombre.” Entonces realmente no fue por amor que esa mujer llegó al altar, sino por interés.
Ya tenemos una relación de amor con Dios, pero a veces parece como que esa relación de amor no es de amor, porque si no “sabemos y entendemos” comenzamos a decirle a Dios ante los aconteciientos: “¿Y por qué?”.
Un ejemplo de esto. ¿Tú le das a tus hijos todo lo que te piden? Efectivamente NO les das todo lo que quieren. Ellos no saben pedir muchas veces, y tú por amor les recomiendas a tus hijos qué hacer y qué no hacer. Ya sabes cómo es el mundo y puedes ver con mayor amplitud porque tienes más experiencia y conoces más los asuntos de la vida.
En ocasiones parece que le decimos a Dios “¡Ay! No me ames tanto Señor. ¿Por qué permites estas cosas?” Recordemos que una de las manifestaciones del amor de Dios es la disciplina, el tratar con nosotros. El otro día escuché a un esposo diciéndole a su esposa: “No, así soy yo y te aguantas. Así me hizo Dios.” Yo digo que no es cierto, que nosotros escogemos ser cómo somos. Si eres hijo de Dios, Él te ama tanto que no te va a dejar como estás. Para lograr su propósito de transformarte a la imagen de Jesús, Él sabe cómo tratar contigo y conmigo; aunque en ocasiones va a doler.
Esa relación de amor a veces no lo parece. Jesús tiene una conversación interesante con Pedro:
“Pedro, ven para acá” - le dice Jesús. “Satanás me ha pedido permiso para zarandearte como trigo.” (En aquellos tiempos zarandeaban el trigo, golpeándolo contra el suelo para sacarle el fruto.)
“¿Qué?” le dice Pedro.
“Sí Pedro. Hay muchas cosas que no me gustan de ti. Eres autosuficiente y muy confiado y yo te voy a enseñar a ser humilde y a que confíes en mí. En tu autoconfianza vas fracaso tras fracaso. Pero si tú aprendes a confiar en mí y a ser como yo, te haré un hombre tremendo.”
“¡No!” le responde Pedro.
Jesús le dice: “Tranquilo, ya le di permiso a Satanás; pero no te preocupes, yo he rogado para que tu fe no falte.”
“¡Hasta la muerte me voy contigo!” le dijo Pedro.
“Eso es lo que no me gusta de ti” le responde Jesús.
“¡No! Piensa lo que pienses Señor. Yo estoy dispuesto a dar mi vida hasta la muerte.” - le dice Pedro
“Mira, me vas a negar tres veces y luego va a cantar el gallo.”
“¿Yo, negarte?, ¡Jamás!” - le dice Pedro
En eso llegan a prender a Jesús y Pedro saca la espada y le corta la oreja a uno de ellos.
“Guarda la espada Pedro. No me gusta eso de ti. Por eso le di permiso a Satanás a tratar contigo” le responde Jesús.
En eso prenden a Jesús y se lo llevan y mientras interrogan a Jesús, cerca de una fogata una mujer se aproxima a Pedro y le dice “Oye, ¡Tú eres de ellos!”
“¿Yo?” le responde Pedro
“Sí, tú andas con ese Jesús”.
“¿Yo? ¡Ni lo conozco!”
“Sí, tú eres uno de ellos.” Le dice la mujer
Luego llega otro y le dice a Pedro: “Tú eres de ellos. ¡Tu misma manera de hablar te delata! Hablas como los Cristianos.”
Pedro, para que vean que no era de ‘ellos’ comenzó a maldecir. En eso oyó que cantó el gallo. Dice la Biblia que cuando escuchó que el gallo cantó se acordó de lo que Jesús le había dicho y saliendo de allí lloró amargamente.
La frase “lloró amargamente” en el griego nos expresa que tuvo un dolor tan profundo de haberle fallado a Jesús que lloró a llantos y a gritos abiertos. La humillación que experimentó lo trajo al arrepentimiento y al quebrantamiento. Por eso Jesús permitió que Satanás lo zarandeara.
Cuando Jesús resucita, se aparece a los discípulos y le dice: “Pedro, ven para acá. ”
“Sí, señor” - responde Pedro
“¿Me amas?” le pregunta Jesús
“Sí, Señor, yo te amo” fue la respuesta
“Apacienta mis ovejas.” Le dice Jesús.
Al rato lo vuelve a llamar. “Pedro, ¿me amas?”
“Señor, tu sabes que te amo”
“Apacienta mis corderos”
Viene una tercera vez y lo llama. “Pedro, ¿me amas?
Pedro se siente mal, descorazonado. “Señor, tú lo sabes todo. Tu sabes que te amo” - así como diciendo que Jesús no cree en mí.
¿Cuántas veces negó Pedro a Jesús? Tres veces. ¿Cuántas veces preguntó Jesús si lo amaba? ¡Tres veces! Por cada negación una afirmación. ¿Qué estaba haciendo Jesús con uno de los hombres que transformaron el mundo con su mensaje? Estaba tratando con él de una manera soberana. Podríamos decir que *por amor* Dios obro así en la vida de Pedro.

…todas las cosas…

En el griego la frase “todas las cosas” incluye circunstancias y acontecimientos que son buenos y malos. Incluye personas buenas y malas. Incluye personas que nos bendicen y que nos perjudican. Con Dios a nuestro favor nada puede dañarnos definitivamente. Si Dios es con nosotros, quién contra nosotros, decía el Apóstol.
El problema es que lo que nosotros llamamos ‘malo’ a lo que vemos desde nuestra perspectiva netamente humana. Pero si sabemos, conocemos y entendemos que Dios es soberano y que si Él tiene cuidado de un pajarito también él va a cuidar de nuestra vida, si él permite que algo “malo” me suceda; debemos confiar que Él está haciendo para tratarnos, para al final hacernos bien y bendecirnos.

manoayuda.jpg …les ayudan…

En el griego la frase “les ayudan” se tradujo de una palabra griega “sunergéo” que significa ‘cooperan.’ Es decir, las cosas buenas y malas cooperan a favor nuestro. De la palabra “sunergéo” se deriva una palabra interesante que es “sinergia”. Sinergia es “la acción de dos o más elementos cuyo efecto en conjunto es mayor que cuando operan individualmente.”
Por ejemplo, la sal que nosotros tenemos en la mesa, está formado de dos elementos: sodio y cloro. Esos dos elementos químicos por sí solos son veneno. Si nos tomáramos aunque fuera una pequeña cantidad de cloro, estaríamos envenenándonos. Entonces, la sinergia es producir algo bueno como la sal de dos elementos venenosos como el sodio y el cloro. Me llama la atención que Jesús dijo “ustedes son la sal de la tierra.” La sal tiene infinidad de propiedades y funciones. Una de las más importantes en la Biblia era para la preservación de los alimentos. Entonces, la sal preserva nuestra vida espiritual. ¿Cómo preservaríamos la vida espiritual si no hubiera una sinergia….?

Dulce y Amargo

Cuando el sacerdote llenaba el incensario del templo para ofrecerlo, le prendía fuego y comenzaba a cantar y caminar. Cuando quemaba el incienso, éste producía un olor agradable y dulce. Pablo dice que nosotros, en medio de la persecución, somos de olor fragante para Dios.
¿Cómo fabricaban el incienso? Se fabricaba de la siguiente manera: Tomaban y partían unos arbustos. La resina que brotaba de esos arbustos, algunas resinas dulces y otras amargas, las mezclaban entre sí. Luego tomaban un molusco que sacaban de la profundidad del mar y molían su concha y la mezclaban con la mezcla de las resinas. Las resinas dulces y amargas hablan de los momentos dulces y amargos de la vida.
Jesús lo dijo claramente: “Para que mi gozo esté en vosotros.” “Mi paz os dejo, mi paz os doy.” (Esto es la resina dulce). Pero también dijo: “En el mundo tendréis aflicciones”. (Esa es la resina amarga). Si toda la vida fuera pura felicidad o puro sufrimiento, no tendría sentido. Pero la sinergia entre lo dulce y lo amargo produce un olor fragante al ser quemado. Contrario a lo que dicen los falsos profetas de la prosperidad, la vida Cristiana se compone tanto de los momentos dulces como de los momentos amargos, y la sinergia que se produce da un olor fragante dulce para el que sabe, conoce y entiende.
El sacrificio de Jesús fue amargo, pero al mismo tiempo Él se gozaba. Se regocijó al ver cómo el Padre les revelaba las cosas a los niños. Después fue a Jerusalén y viéndola, lloró recordando cómo asesinaban a los profetas. Igualmente, en nuestra vida Cristiana coexisten estos dos elementos.

El Desierto

Israel estuvo por 400 años esclavizado en Egipto. Sus hijos clamaban. Dios oía esos clamores, pero pasaron 400 años hasta que Dios levantó a Moisés para sacarlos de la cautividad. Finalmente, luego de 10 plagas y de problemas con Faraón salieron de la esclavitud de Egipto. Esos son los momentos dulces, de victoria.
desierto.jpgDe pronto encuentran enfrente al Mar Rojo y comienzan a murmurar contra Moisés: “¿Por qué nos trajiste aquí a morir?” y Moisés les decía que el destino de ellos era una tierra que fluye leche y miel. Moisés clama a Dios, quien le dice que extienda su vara. Se abren los mares y pasan todos por tierra seca. Los egipcios quisieron hacer lo mismo y fueron cubiertos por las aguas. Cuando llegaron al otro lado María tomó el tamborín y todos se pusieron a alabar a Dios. Moisés empezó a cantar también: “¡Los carros del Faraón se fueron al mar!”.
Se encuentran, así, en el desierto. Moisés asegura al pueblo que después del desierto está la tierra prometida. Mas luego la gente tiene sed y comienza a quejarse. “¿Por qué nos sacaste de Egipto para morir aquí de sed?”. Dios le dijo que golpeara la roca (que representa a Cristo) y salió agua. Les llovió maná y sucedieron muchos milagros. Finalmente, esa generación rechaza a Dios y no es hasta la siguiente que Israel entra a la Tierra.
Veamos lo que les dice Dios en Deuteronomio 8.11:
“Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal. Que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien. - Deu 8.11-16
¿Hay gente que se olvida de Dios? ¡Claro que sí! Apenas crecen sus negocios, muchos se olvidan de que fue Dios quien los bendijo. Hace poco soñé con una persona -algo que no me sucede muy a menudo- y al día siguiente me la encontré. Cuando le pregunto “¿cómo estás?” Me dijo “¡Aleluya, muy bien!”. Como en el sueño Dios me mostró que él andaba mal, le dije: “¡No! Ponte a cuentas con Dios. Arregla tu camino.” Yo lo conocía a este hombre desde que era estudiante y cuando empezó un negocio, el cual creció y el hombre se alejó de Dios. Al día siguiente me encontré con alguien que sabía que ese hombre había estado en un lugar donde las mujeres bailan desnudas. ¡La gente se olvida de Dios! Se olvidan de su misericordia.
¿Quién los hizo caminar por el desierto grande y espantoso? ¡Dios! En el desierto no hay muchas “cosas.” No hay gran prosperidad, aunque sí hay vida. El desierto simboliza circunstancias amargas y adversas y nos puede parecer muy largo el tránsito a través de él. Aquí es donde muchos no entienden que en el plan de Dios hay una combinación entre lo amargo y lo dulce, entre la tribulación y el gozo, entre la tristeza y la alegría, todos los cuales trabajan juntos para formarnos. En el desierto hay serpientes y escorpiones, que simbolizan a las personas y a las circunstancias que nos hacen daño.
Jesús nos dijo que nos daba potestad de *pisar* serpientes y escorpiones. Notemos cómo el Señor no nos prometió que éstos no iban a aparecer en nuestra vida, ni que morirían al instante en nuestra presencia. Lo que prometió es que podemos pisarlos. Tenemos que seguir caminando en lugar de retroceder.
Te vas a enfrentar a las tentaciones de Satanás. ¿A dónde llevó el Espíritu Santo a Jesús? Al desierto. Ah, pero nosotros queremos estar siempre en Cancún. Jesús dijo claramente que tanto al que construyó sobre la roca como el que construyó sobre la arena les llegarían los vientos huracanados, pero el que construyó sobre la Palabra mantiene su vida en control a pesar de las circunstancias.
No debemos proclamar ni vivir un ‘evangelio’ donde sólo se presenta un lado de la verdad - “Todo es victoria, todo es prosperidad, el cristiano no se debe de enfermar”, dicen algunos. Las personas que creen ese evangelio son los primeros apóstatas cuando llegan las tribulaciones: “A mí no me dijeron que iba a ser así. Me dijeron que si yo me hacía cristiano Dios iba a prosperar mi negocio y que iba a tener carros y casas.”
Una persona demandó a Dios en la corte porque decía que Dios “lo había engañado”. “Que le había dicho que sembrara y Dios le regresaría al mil por uno y no cumplió”. Aquí el problema fue que no sembró con Dios, sino que sembró a los ladrones que andan pidiendo dinero a todos por televisión.
Puso la demanda y el juez lo recibió y analizando el caso, ¡puso culpable a Dios! Pero el juez dijo también que hay un pequeño problema: ¿dónde localizamos a Dios? ¡Increíble pero cierto! Tantas veces cuando se presenta una dificultad andamos allí ‘atando’ al Diablo, y el que está detrás de todo es Dios, tratando con nosotros.
En el pasaje de Deuteronomio 8, la frase “y de sed, donde no había agua” habla de *escasez de lo mínimo*. ¿Alguna vez has estado con escasez de lo mínimo? Pablo lo dijo: “Yo sé tener abundancia y se tener escasez. Por todo y en todo estoy enseñado. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” ¿Por qué Dios a veces nos tiene en el mínimo? ¡Porque está tratando con nosotros! Momentos dulces y momentos amargos: la sinergia.
Hay un peligro en la prosperidad: que en medio de ella te olvides de dónde te sacó Dios. Cuando caía maná en el desierto no se podía almacenar para el día siguiente, era alimento para un sólo día. Cuando Jesús nos enseñó a orar nos enseñó a orar por el *pan del día*.
En la sinergia de Dios, Él sabe cómo combinar los momentos de victoria y las pruebas para hacerte bien. Dios en su soberanía usará cualquier cosa para tratar con nuestro corazón porque su propósito es hacernos a su imagen.

… a bien…

Continuando con Romanos 8:28, vemos la frase “a bien” que se tradujo del griego “agadsós” que significa “cosas mejores, algo mejor, bueno.” Pablo en Filipenses 1.12 dice “Quiero que sepáis, hermanos, que las *cosas que me han sucedido*, han redundado más bien para el *progreso* del evangelio.”
¿Qué cosas le sucedieron a Pablo? Le sucedieron persecuciones, escasez, abundancia, peligro, espadas, naufragios, peligros de falsos hermanos, traiciones. Pablo sabía, conocía y entendía la soberanía de Dios cuando dijo que estas cosas trajeron progreso al evangelio. Nótese que hay una *ausencia total de egoísmo*.

¿Velorio o Fiesta?

Pensemos por un momento en un aspecto puramente humano. ¿Dónde prefieres estar, en un velorio o en una fiesta? Todos respondemos que en la fiesta. Pero Dios piensa diferente: Salomón dijo “es mejor es ir a la casa del luto que a la casa de la fiesta, porque allá donde hay gozo y fiesta la gente no piensa, pero donde hay luto se enmienda el corazón.”
¿Han visto cómo en un velorio llegan los amigos del que murió y llorando piensan en el estado de su corazón y se acercan a Dios; pero que en una fiesta esto no es posible? Para nosotros cuando se muere un familiar es una tragedia, pero para Dios no. La Biblia dice que “estimada es a los ojos del Señor cuando mueren sus hijos.”
En Isaías dice que “nadie entiende que cuando muere el justo se le quita la aflicción.” Los hijos de Dios que han muerto están mejor que nosotros.
Llamado de Dios [Pintura de Carolyn H. Manosevitz]Puede ser que algunos de los lectores están sufriendo: algunos perdieron el trabajo, otros pasan una situación familiar difícil. ¿Crees que Dios ha perdido el control? En la sinergia de Dios, Él va a usar todas las situaciones, aún los errores que cometemos, para nuestro bien.

a los que conforme a su propósito son llamados.

Finalizando el versículo de Romanos 8.28 dice “…esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” ¿El propósito de quién? ¡De Dios! Dios tiene propósitos y planes, a veces que ignoramos, para nuestra vida. Podemos descansar en la soberanía de Dios sabiendo que Dios está en control. Dios sabrá cómo hacer para a la postre, al final, hacernos bien. Los momentos dulces los queremos siempre y los amargos casi no, pero éstos últimos son necesarios.

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