I.
Comenzamos con la
siguiente afirmación: Al escudriñar los ejemplos de personas en el Nuevo
Testamento que oraban y estudiar instrucciones bíblicos sobre cómo
orar, no se encuentra evidencia alguna para la práctica de orar tomados
de las manos los orantes.
A.
A continuación, algunos ejemplos bíblicos de creyentes que oraron juntos.
1.
Los aproximadamente ciento veinte que
“perseveraban unánimes en oración”
(Hechos 1:14)
“en el templo”
(Lucas 24:52-53) durante los diez días entre la ascensión de Cristo y Pentecostés.
2.
La congregación en Jerusalén (Hechos 4:23-31).
“Alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor...”
3.
Los que oraban en la casa de María (Hechos 12:12). Pedro
“llegó a la casa de María la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos estaban reunidos orando.”
4.
La congregación de Antioquía de Siria (Hechos 13:1-3).
“Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron.”
5.
Pablo y los ancianos de Éfeso (Hechos 20:36-37).
“Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos
ellos. Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de
Pablo, le besaban.”
6.
La congregación en Tiro (Hechos 21:5).
“Cumplidos aquellos días, salimos, acompañándonos todos, con sus
mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la
playa, oramos. Y abrazándonos los unos a los otros, subimos al barco, y
ellos se volvieron a sus casas.”
B.
Una sola posición física se describe en estos ejemplos, a saber: orar
“puestos de rodillas”, según los ejemplos cinco y seis.
1.
Ya que se relata este detalle, pero nada se dice sobre tomarse de
las manos, se deduce que no se tomaran de las manos durante la
oración, pues de haberlo hecho, sería lógico pensar que tal detalle
también se hubiese notado en el relato.
2.
Cotejando estos ejemplos, observamos que cualquier contacto físico que hubiese entre las personas que oraban juntas en aquel tiempo de la iglesia primitiva se daba después de la oración
y no durante el acto de orar.
a)
Pablo y los ancianos de Éfeso (Hechos 20:36-37).
Después de orar,
“hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban.”
Se echan al cuello de Pablo y le besan
después de la oración. El contacto físico se da
después
de la oración. Reiteramos para énfasis: esta intensa manifestación emotiva de los hermanos en Cristo se da
después
de la oración.
b)
La congregación en Tiro (Hechos 21:5).
Se abrazan después de la oración y no durante el acto de orar.
C. Conclusión. ¿Por qué no hubo contacto físico entre los creyentes del Siglo I cuando oraban juntos? ¿Por qué no se cogían de las manos? Considere:
1.
Orar es un acto sumamente espiritual en el cual, lógicamente, lo
carnal o lo material no debiera tener parte, pues la carne y las cosas
materiales tienden a restar de lo espiritual, diluyéndolo y
debilitándolo.
2.
El que ora, habla con Dios. El creyente bien espiritual no
permite que nada carnal o material interfiera con esta comunicación
espiritual. No permite que lo carnal o lo material le distraiga. El
contacto físico tiende a distraer a la mente, y, por ende, al espíritu.
Fuente: Editorial LaPaz
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