El “Caer” o “Derribar”, se puede deducir que tienen en común que siempre se refieren a una persona o cuerpo que, mediante movimiento, cambia de posición hacia abajo; en el caso de las personas estas están de pie y luego en el suelo. Este es el caso de las caídas que pueden verse en la actualidad en muchas iglesias modernas.
Generalmente, cuando los cristianos modernos caen de sus propios pies, lo hacen durante un servicio religioso, donde un pastor, o líder espiritual, está ejerciendo cierta influencia religiosa sobre sus oyentes. El ejemplo más usual es aquel donde el líder esta orando, reprendiendo, intercediendo, etc. y mediante palabras, gestos o toque físico “transmite algo" que produce que uno o varios de sus oyentes caigan al suelo; en la casi totalidad de los casos hacia atrás, es decir, de espaldas.
Es muy frecuente observar la presencia de otras personas que sostienen en sus brazos a quien cae, de forma que el desplazamiento se ve interrumpido por una persona que evita que el golpe con el suelo sea peligroso. En ocasiones, cuando hay una cantidad de personas que impide que la caída sea hacia atrás, o de espaldas, es común ver que las personas se “desploman", como si fueran desconectadas de una fuente de energía que los mantenía de pie.
Estos sucesos son referidos como “caerse en el Espíritu Santo" o “ser derribado por el Espíritu Santo". De esta afirmación es deducible que lo que el oficiante transmite mediante sus manos o discurso es bien el Espíritu Santo mismo, o algún tipo de poder de parte de Este, que produce tal suceso en sus oyentes.
A lo “transmitido" por el oficiante también se le llama el “toque del Espíritu Santo", haciendo referencia al resultado del tal, es decir, la caída de quien lo recibe. En muchas ocasiones durante la “caída" se emiten sonidos parecidos a los de ciertos mamíferos tales como lobos, perros, leones entre otros. También es común observar temblores involuntarios, risa descontrolada, gestos manuales y faciales, retorcimientos etc.
El presente artículo analiza una “caída" con un estilo sencillo. Supóngase un líder espiritual de cierta iglesia evangélica durante un oficio religioso, en un momento determinado este levanta sus manos hacia el auditorio y varias personas caen. Para muchos cristianos esta escena es el resultado de la obra del Espíritu Santo a través del oficiante (emisor o instrumento) y hacia el auditorio (receptor). En lo adelante, se analizará este hecho a la luz de las Escrituras, la cual ya se explicó anteriormente, es la completa revelación de Dios a los hombres.
Las “caídas" registradas en La Biblia
En las Sagradas Escrituras es común encontrar que las personas caen ante determinados sucesos; generalmente como símbolo de reverencia y sumisión ante Dios mismo (Levítico 9:24, Jueces 13:19-23) o ante alguien de mayor autoridad (II Reyes 2:16) como era el estilo oriental de la época. Es por esta razón que muchas veces en la versión Reina Valera 1960 la traducción es “caer postrado" o sencillamente “postrado", como el ejemplo del falso dios
filisteo Dagón ante el arca de Dios (I Samuel 5:3-5), donde la palabra “caer" no aparece. Postrarse ante Jehová es además un mandato, lo cual indica la necesaria humillación del hombre ante la Santa Presencia de Dios, tal y como se ordena en I Crónicas 16:29 y como demuestran de forma práctica pasajes como David ante el Ángel de Jehová en I Crónicas 21:16 y Salomón y todo el pueblo en II Crónicas 7:3.
Como puede apreciarse del comentario anterior, “caer" o postrarse, en el antiguo testamento en forma de adoración es una práctica sólo con respecto a Dios, y generalmente las citas bíblicas que recogen tales sucesos enmarcan la escena con Dios mismo dentro de ella. Escenas como la de Pedro y Cornelio ya en el Nuevo Testamento (Hechos 10:25-27) nos confirman que postrarse para adorar es sólo permitido cuando el objeto de tal adoración es Dios mismo.
Hasta aquí puede observarse que los que caen postrados, en actitud de adoración, lo hacen ante la presencia misma de Dios, y el hecho de postrarse para adorar otra cosa que no sea Dios mismo es pecado, tal y como lo demuestra el mandamiento Éxodo 20:4-5.
Es de notar que en lo mostrado hasta ahora, siempre que alguien “cae" postrado para adorar, y tal acción no es reprobable, no es sino ante la presencia misma de Dios. En los casos analizados hasta ahora, la “caída" implica conciencia de lo que está sucediendo, pues no es con otro fin que adorar a Dios; de aquí se desprende que los ejemplos citados no son “caídas involuntarias" o inconscientes, sino que por el contrario, son el resultado de la necesidad de adorar a Dios.
Puede concluirse de todo lo anterior, - que estas caídas no guardan semejanza alguna con la forma en que caen muchos cristianos modernos en los servicios religiosos, pues estos últimos lo hacen en un estado inconsciente y mediante la operación de algún oficiante, quien es el que “imparte" la “fuerza" para que se produzca la caída. En los versículos analizados no existe evidencia de que alguien disponga de tal “poder" o de que Dios haya usado a alguien con el objetivo de hacer caer al suelo a alguno de sus hijos, mediante los métodos que anteriormente se dijo, son usados en las iglesias evangélicas modernas.
Un análisis crítico
Hasta ahora se han analizado las caídas donde la conciencia juega un papel fundamental, pues tienen como objetivo adorar a Dios de forma postrada. Si se cree que la Biblia es la revelación completa y suficiente de Dios al hombre, entonces debe existir un registro en ella del tipo de caídas que experimentan muchos cristianos modernos, de lo contrario, esta práctica es herética y debe ser combatida y vista como una adición a la Palabra de Dios, pues su misma existencia es una afirmación de que Dios no reveló todo en su Palabra, lo cual acarrea la más terrible maldición (Apocalipsis 22:18-20 )
Las citas escogidas para el análisis son las siguientes:
1. I Samuel 28:20. Saúl cae aterrorizado por el mensaje de la adivina.
2. Daniel 8:18. Daniel cae como dormido sobre su rostro ante la revelación de Gabriel.
3. Daniel 10:8-9. Daniel cae sin fuerzas sobre su rostro, ante el mensaje del ángel.
4. Lucas 5:8. Pedro cae ante Jesús.
5. Juan 18:7. Los que iban a prender a Jesús caen al escucharle decir “Yo soy".
6. Hechos 9:4, Hechos 22:7, Hechos 26:14. Pablo cae ante Jesús que le interroga por la persecución a los cristianos.
7. Apocalipsis 1:17. Juan cae ante la presencia de Jesús.
I Samuel 28:20. En este texto se encuentra el primer rey de Israel en su época de decadencia producto a la desobediencia a Dios. La Biblia declara que Dios se había vuelto su enemigo (I Samuel 28:16). Al escuchar el mensaje que tanto lo aterrorizó, “cayó en tierra cuán grande era". Este ejemplo no es similar a la práctica moderna, pues Saúl cae bajo maldición, sin síntomas de arrepentimiento y sin ningún oficiante que le transmita algo que le produzca la caída, a saber, cae por terror.
Daniel 8:18 y Daniel 10:8-9. Esta caída es explícitamente sobre su rostro, es decir, Daniel cae postrado, se añade la información que es dormido, pero sobre el rostro o postrado. Por esta razón esta caída tampoco califica como similar a la práctica moderna.
Lucas 5:8. Pedro cae de rodillas, al reconocer a Jesús como el Señor, y sintiéndose todo lo pecador que era. En este pasaje se describe una escena de arrepentimiento de pecado, y por tanto Pedro cae sobre sus rodillas en señal de humillación ante Jesús, no hay oficiante sino el mismo Dios hijo. Tampoco este ejemplo es similar a la práctica moderna.
Juan 18:7. En este pasaje los que van a prender a Jesús caen ante la respuesta de Jesús “Yo soy"; según se observa explícitamente, hacia atrás, según la posición que describe Juan. Este hecho es notorio, pues son las personas que iniciarán el camino del martirio del Señor. Este ejemplo no puede asemejarse a un cristiano cayendo al suelo, pues los que caen no lo son y no estaban adorando a Dios.
Hechos 9:4, Hechos 22:7, Hechos 26:14 En estos pasajes se describe a Pablo cayendo ante la presencia de Jesús, no se dice que es hacia atrás, y se deduce que no es hacia atrás, pues nadie que caiga al suelo debido al miedo o asombro cae descubierto como es la práctica de quienes caen hacia atrás en las iglesias modernas. Cuando alguien cae al suelo por miedo o estupor, lo hace intentando cubrirse el rostro, pues es un reflejo incondicionado de los seres humanos, nunca lo hace a rostro descubierto. Este ejemplo tampoco es similar a la práctica moderna.
Apocalipsis 1:17 Este pasaje describe a Juan en la isla de Patmos, en los versículos anteriores Juan dice que estaba de espaldas a Jesús y que luego se volvió, es decir, se puso frente a Él, luego cayó como muerto a sus pies. No puede decirse que cayó de espaldas sino todo lo contrario, el hecho que se aclare que cayó “a sus pies", brinda información adicional de la forma o posición en que cayó, compárese con I Samuel 25:24, II Reyes 4:37, Ester 8:3.
Para que este ejemplo fuera en algo similar a la práctica moderna, los cristianos que caen debieran caer hacia adelante, y además sería obligatorio decir que Jesús mismo se les aparece a cuantos caen en estos servicios religiosos, lo cual ya en sí mismo es un gran problema. Este ejemplo tampoco es similar a la práctica moderna.
Las “caídas hacia atrás” registradas en la biblia
Sin embargo, en la Biblia sí aparecen quienes caen hacia atrás, o de espaldas, pero siempre es síntoma de maldición. Los siguientes ejemplos confirman lo dicho:
Isaías 28:7-13. Habla del juicio a los falsos profetas: “...hasta que vayan y caigan de espaldas, y sean quebrantados, enlazados y presos."
1 Samuel 4:18. Se describe a Elí muriendo, cayendo hacia atrás, producto del juicio de Dios anunciado en 1 Samuel 2:34, cayendo de forma maldita y por castigo.
Los versículos anteriores demuestran una forma de caer de aquellos que están bajo la maldición del Señor. El pasaje de quienes caen hacia atrás, en Juan 18:7, cuando intentan prender al Señor también demuestra una forma de caer para quienes están bajo el juicio de Dios. Es curioso observar cómo en la Biblia nadie cae de espaldas sino cuando está bajo el juicio de Dios, sin embargo, cuando alguien cae al suelo humillado ante Dios, siempre cae sobre su rostro, en posición postrada, tal y como se ha demostrado hasta aquí, lo cual confirma Pablo en I Corintios 14:24-25 cuando dice: “Pero si todos profetizan, y entra un incrédulo, o indocto, por todos será convencido, por todos será juzgado; los secretos de su corazón quedarán al descubierto, y él se postrará y adorará a Dios, declarando que en verdad Dios está entre vosotros”.
La observación de Pablo respecto a cuando un pecador es “tocado" por el Espíritu Santo es muy clara, el ejemplo declara cómo un incrédulo puede ver la operación de Dios a través de los cristianos, lo cual traerá consigo que este se arrepienta, se postre y adore a Dios.
Además de lo expuesto, caer hacia atrás puede asociarse con descubrir la desnudez ante Dios (debido a la posición en que se cae) lo cual está prohibido explícitamente en la Palabra cuando ordena: “No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él." en Éxodo 20:26. Quien cae sobre su rostro cubre su desnudez a Dios, sin embargo, puede verse cómo el mismo Dios castiga a su pueblo infiel descubriendo su “desnudez" delante de los demás pecadores. (Ezequiel 16:37-38).
CONCLUSIONES
Si la Biblia es la regla de fe y conducta de los cristianos, si se acepta que es la revelación completa de Dios al hombre, entonces debe entenderse que las prácticas religiosas necesarias y que agradan a Dios están contenidas en las Escrituras, las que no, son sólo fuego extraño, cosas que jamás Él nos ha mandado hacer. Por el contrario, aceptar que ciertas prácticas religiosas que no aparecen en la Biblia son del agrado de Dios, es afirmar que la Biblia está incompleta y por lo tanto, de nada nos sirve tal armadura defectuosa. Una posición que no sea la de combatir las prácticas que muchos declaran “vino nuevo", como estas que se han visto hasta aquí, no es consecuente con creer que la Biblia es la única revelación de Dios al hombre, en tal caso, deberán aceptarse muchas otras “revelaciones", ya que se habrá relativizado lo único que en el mundo es absoluto: La Palabra de Dios.
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