Un episodio muy conocido en la vida de Jesús es la resurrección de Lázaro. Sin embargo, como ocurre con la mayoría de los pasajes conocidos, a veces pasamos por ellos a vuelo de pájaro y no nos detenemos a descubrir los tesoros que encierra. Así que fue una sorpresa para mí lo gran edificada que fui ante el estudio de un hombre de Dios de apenas un versículo de este texto.
El capítulo empieza narrando que Lázaro se hallaba enfermo, el cual vivía en Betania con sus hermanas Marta y María (Juan 11:1-2). Se nos dice que ellas enviaron esta noticia a Jesús, y se incluye el contenido el mensaje:
“Señor, mira, el que tú amas está enfermo” (Juan 11:3).
Como dice D. A. Carson, las palabras de este versículo encierran una amistad que apenas es explorada en el evangelio y sugiere que ellos —Marta, María y Lázaro— se sentían particularmente amados por el Señor[1].
John MacArthur hace una magistral exposición de este versículo y señala algunos puntos importantes[2]:
- Es digno de imitar el hecho de que cuando vino la enfermedad, una enfermedad seria, ellas pensaron en Jesús en primer lugar.
Él sanaba a multitudes, sanaba a extraños, seguramente Él podría hacer algo por ellos, sus amigos cercanos a quienes amaba. Si Él se enteraba de lo que estaba ocurriendo, sin duda vendría en su ayuda. - Sólo le informan a Jesús del problema, no le pidieron que hiciera nada específico.
Es un mensaje tierno, humilde y hermoso. No le dicen a Jesús lo que tiene que hacer, ni siquiera mencionan el nombre de Lázaro. Contiene una hermosa humildad. No hay instrucciones en el mensaje. ¿Eres así? ¿Cómo le hablas a Dios? Le dices: “Verás, Dios, si Tú sólo hicieras ésto y después hicieras que él hiciera ésto, entonces…”. No necesitas hacer eso. En lugar, dile: “Señor, aquí está mi necesidad”. Entrégasela a Él. Es todo lo que se requiere. No tienes que decir “Aquí está mi necesidad, ahora busquemos juntos una solución”. No. María y Marta no hicieron eso, sólo le dijeron: “Esta es nuestra necesidad, Señor”. La voy a dejar contigo. Eso es todo. Eso es lo que se llama una rendición de amor. - Ellas apelaron al amor de Cristo por ellos y no al amor de ellos hacia Él.
Si Cristo operara en mi vida en base a mi amor por Él, estuviera en una terrible posición porque mi amor por Él es inconsistente, terrenal, a menudo centrado en mí mismo e incluso muchas veces ni siquiera está presente. Pero no, Jesús opera a tu favor porque Él te ama ¿No es eso maravilloso? Y eso significa que no importa cuáles sean mis problemas, no importa qué tan involucrada esté en algo fuera de Su voluntad, eso no cambia su actuar en mi vida porque Él no actúa en base a mi amor por Él. Cristo opera en base a Su amor por mí y no importa lo que yo sea, Él me ama ¡Qué pensamiento tan emocionante! Él realmente me ama. Me ama tanto que me da lo que no merezco. Me ama tanto que a Él le importa aun cuando a mí no me importa. Me ama tanto que me castiga, y para castigar tienes que amar a la persona. Me ama tanto que me bendice cuando no merezco una bendición. Él simplemente ama y ama y ama y ama. Escucha: Si Dios actuara en base a nuestro amor por Él seríamos impotentes, débiles, sin bendición y sin recursos; seríamos frágiles porque así es nuestro amor. Pero ¡Gloria a Dios! Él opera en base a Su amor por nosotros. Eso es una verdad tremenda. - Jesús, como hombre, sentía la necesidad de tener personas en su vida a quienes amar.
La palabra que se usa para “amas” es phileo, amor fraternal. Cristo, como hombre, necesitaba amar y ser amado. Eso significa que Él también entiende nuestra necesidad de ésto. Así que cuando te sientas solo y sientas esa necesidad, díselo y espera en Él. Él sabe que lo necesitamos.
Salvador, ayúdanos a seguir el ejemplo de Marta y de María: A pensar primero en Ti cuando tengamos una necesidad, a dejar el problema a tus pies y no indicarte qué tienes que hacer porque Tú lo sabes mejor y nosotros no sabemos nada; llévanos a apelar a tu amor por nosotros y no a nuestro amor por Ti, el cual es inconstante y débil; a recordar que Tú fuiste hombre y entiendes nuestra necesidad de amar y ser amados. Nos refugiamos en Ti Señor, protégenos porque en Ti hemos confiado. Aumenta nuestra fe. Amén.
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