Por Eliezer Torres
Un rayo de luz penetra tenuemente en la habitación directamente
iluminando mi rostro quedando al instante despierto, siendo sorprendido
por un pensamiento bíblico susurrando en mi interior y diciéndome: “De
Dios es la tierra y su plenitud, el mundo y los que en él habitan.”
Me levanté con buen ánimo y con una sonrisa a flor de piel y me
preguntaba sorprendido: ¿Por qué esta dulce obsesión de pensamientos tan
maravillosos al despertar al nuevo día? ¿Qué hay en mi interior que
hace brotar pensamientos de luz a la superficie como granos de maíz
impulsados por un calor maravilloso? Ya sé. Es el Espíritu y la Palabra
de Dios que viven en mí y que producen esa sensación que aviva mi fe y
despierta mi energía creadora con un entusiasmo de acción de gracias por
todo lo vivido y recibido. Tomé mi Biblia y en la contra portada
comencé a leer unos versos que había escrito allí, hace tiempo.
¡Tú eres Señor lo que buscaba, lo que anhelaba tener dentro de mí!
El amor, la fe, la paz ansiada, ellas ahora viven en mi ser y es por ti.
Te busqué por todas partes, sin hallarte. Te busqué en templos, cuadros y oraciones;
No sabía a dónde dirigir mi fe para encontrarte. No sabía vivir tus bendiciones.
Pero al fin mi fe pudo sentirse, donde siempre has estado en mi existir.
Y al momento de orar y bendecirte, Sé que vives y estás por siempre en mí.
Luego abrí la Biblia en el Salmo veinte y tres (23), todavía
pensando en aquel final: “Sé que vives y estas por siempre en mí.” Leo
la primera oración de este Salmo y descubro que su escritor me
dice: “Jehová es mi pastor, nada me faltará.”
Fuente: Cristiano.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario