Formamos parte de una cultura en la que se ha cosificado a la mujer,
desde los medios masivos de comunicación ya no se retrata a la mujer
como una persona, como una profesional, como alguien con mucho
potencial, sino como un objeto sexual.
El noviazgo clásico de la sociedad de hoy, totalmente errado en su
desarrollo, indica lo siguiente: salir seriamente dos o tres veces,
acostarse y mantener relaciones sexuales a la tercera o cuarta salida, y
proyectar cosas juntos (proyectos que en la mayoría de los casos se
desmoronan fácilmente, debido a la tremenda velocidad con la que llevan
adelante la relación).
En la mayoría de los casos, los jóvenes quedan profundamente
lastimados, se producen tremendas heridas interiores, soledades muy
profundas, y la típica generalización cuando la relación se frustra:
todos son iguales, todas son iguales.
Los modelos, referentes, ídolos juveniles, no pueden llegar a ser
tales si no promueven una vida desenfrenada, si no incitan a una
sexualidad irresponsable, eso siempre sin mostrar las consecuencias. Sin
hablar de las enfermedades venéreas ni mostrar los abortos o
violaciones. Sin mostrar los embarazados no deseados. Sin mostrar las
frustraciones provocadas por el ritmo híper vertiginoso en el que se
envuelve a los jóvenes y adolescentes. Sin mostrar las etapas que fueron
quemadas.
Como jóvenes cristianos, estamos frente a un tremendo desafío: amar a
Dios y a nuestros propios futuros más que lo que nos gritan desde el
costado.
Demostrar que tenemos valores más altos que una relación sexual de cinco minutos o la irresponsabilidad de no planificar. Los varones tenemos el alto desafío de no comprar la mentira de la mujer como objeto sexual. Y las chicas, el alto desafío de valorarse, de amarse, de cuidarse. En todo esta, esta implícito que amamos al otro ser humano, como a nosotros mismos. Y cuidamos el futuro del otro ser humano, así como cuidamos el nuestro.
Enviado por Martín Carrasco, Pastor de JóvenesDemostrar que tenemos valores más altos que una relación sexual de cinco minutos o la irresponsabilidad de no planificar. Los varones tenemos el alto desafío de no comprar la mentira de la mujer como objeto sexual. Y las chicas, el alto desafío de valorarse, de amarse, de cuidarse. En todo esta, esta implícito que amamos al otro ser humano, como a nosotros mismos. Y cuidamos el futuro del otro ser humano, así como cuidamos el nuestro.
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