En el 2004, el director de esta secundaria pública rural en Camboya retó al agricultor filipino, Zoe Guasa, a convertir las tierras áridas de la escuela en campos fructíferos. No era una tarea fácil, dado que la provincia de Takeo sufre sequías con regularidad, además de altos índices de pobreza y enfermedad debido a la pobre higiene.
“Cuando llegamos nos dijeron ‘no se puede cultivar nada aquí’, pero hemos dicho que por la gracia de Dios cultivaremos vegetales y frutas aquí”, comenta Zoe Guasa, Experto en agricultura.
Zoe inició el Centro para Desarrollo Juvenil Jemer, ó Kydc, un ministerio holístico cristiano que promueve programas de desarrollo para niños y la comunidad. Él empezó construyendo un dormitorio para estudiantes de familias pobres que viven lejos de la escuela.
En el centro juvenil, los alumnos aprenden sobre cultivos orgánicos y son entrenados para administrar la granja. También siembran vegetales y árboles frutales, crían pescado, gallinas y venden sus productos. Cincuenta por ciento de sus ingresos va a un fondo de becas para ayudar a pagar sus estudios en la universidad. Veinticinco por ciento va al centro y los otros veinticinco para comprar útiles escolares y equipo para la secundaria.
“Nuestra carga es entrenar una nueva generación de líderes para que no sólo sean mejores cristianos sino también mejores líderes para su país”, agrega Zoe.
Sin embargo el equipo enfrenta retos. Al inicio, muchos aldeanos se oponían al centro y el grupo fue perseguido porque esa área solía ser un lugar de adoración y ofrecimiento de sacrificios para los granjeros budistas.“La gente que trabajaba conmigo antes, algunos casi mueren, las piedras volaban por los techos. Tras dos años empezamos a ver los frutos de estos jóvenes estudiantes, especialmente en la escuela, empezamos a ver el desarrollo del programa de agricultura”, añade Zoe.
Crecimiento espiritual
Una parte vital del programa de entrenamiento para los jóvenes es su crecimiento espiritual. Los alumnos despiertan al amanecer y empiezan su día orando y leyendo la palabra de Dios. Zoe dice que la mayoría de estudiantes son muy aplicados y además quieren saber más sobre el Cristianismo.
Muchos de ellos regresan a sus aldeas para enseñar a los niños sobre Dios, como es el caso de un joven estudiante llamado Sofal: “Antes mi vida no tenía esperanza, pero ahora sé el plan de Dios en mi vida. Le enseño a los niños porque quiero que conozcan a Jesús y Su plan para sus vidas”.
Debido al éxito de la granja, KYDC se ha unido a iglesias en las aldeas y duplican los programas de desarrollo comunitario en sus localidades. Han cavado pozos para proveer agua potable y le han enseñado a la gente habilidades para subsistir. También han agregado preescolares y construido templos.
Nu Map es el pastor de la aldea: “Antes teníamos mucha persecución pero al comenzar un ministerio holístico es más fácil construir relaciones con la gente y compartir el Evangelio”.
La primera promoción de estudiantes de KYDC ahora está en la universidad llevando cursos en leyes, medicina, educación y construcción comunitaria. Lo que parecía ser sombrío ahora es un futuro prometedor para esos camboyanos. Todo porque personas como Zoe Guasa estaban dispuestos a compartir sus dones y talentos para levantar a los necesitados.
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Escrito por diarioberea
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