Fotografía del ecuatoriano Manuel Antonio Muñoz Borrero, Cónsul
que salvó la vida de judios durante el holocausto -
El Museo del Holocausto de Jerusalén, Yad Vashem, otorgó hoy la condecoración "Justo de la Naciones", además de una medalla condecorativa a los familiares del diplomático ecuatoriano Manuel Antonio Borrero, quien habría contribuido a salvar judíos durante la Segunda Guerra Mundial.
El homenaje póstumo se celebró en la Sala del Recuerdo y posteriormente en la sinagoga de la institución.
El hijo del homenajeado, Lennart Bjelke, procedente de Estocolmo, recibió de manos de los responsables de la institución el galardón, el de más alto rango que entrega el Estado de Israel a personalidades no judías que contribuyeron de forma altruista a salvar vidas judías.
En el acto también estuvieron presente sus nietos Manuel y Manuela y su sobrino Enrique Muñoz Larrea, quien en nombre del pueblo ecuatoriano y su familia agradeció el reconocimiento.
"Estamos seguros de que si Manuel Antonio hubiera querido salvar vidas de seres humanos inocentes, lo haría nuevamente una y mil veces más", aseguró el sobrino.
El título lo entrega el Yad Vashem, que recuerda la memoria de los seis millones de judíos asesinados por los nazis, a toda persona que haya contribuido a salvar personas de este origen, y hasta ahora lo han recibido más de 23 000 personas de 45 nacionalidades diferentes, en su mayoría polacos.
Según los testimonios presentados ante la institución, Manuel Antonio Muñoz Borrero, nacido en la ciudad ecuatoriana de Cuenca en 1891, fue cónsul de su país en Estocolmo a partir de 1931 , y diez años después envió 80 pasaportes a Estambul para ayudar a salvar a judíos de origen polaco.
Como resultado de su actuación, el cónsul ecuatoriano fue cesado en sus funciones en 1942, pero debido a que su gobierno no envió un sustituto ni las autoridades suecas le retiraron los sellos y documentación oficial -tal y como le había pedido Quito-, Muñoz Borrero siguió expidiendo documentación.
Casi ninguno de estos nuevos receptores de pasaportes sobrevivió porque la policía secreta sueca torpedeó la iniciativa, pero algunos que sí sobrevivieron prestaron testimonio al museo y solicitaron un reconocimiento.
Una de las supervivientes, postrada en una silla de ruedas, leyó en la ceremonia una emotiva alocución agradeciendo al diplomático ecuatoriano haberle salvado la vida a ella y a su madre.
En febrero de este año la comisión histórica que se encarga de evaluar este tipo de casos decidió concederle el título de "Justo de las Naciones" a Muñoz Borrero en reconocimiento a su labor altruista y desinteresada por salvar decenas de vidas de judíos a los que nunca conoció.
Al concluir la ceremonia, los asistentes y familiares del galardonado se desplazaron a un bosque del Yad Vashem donde descubrieron una placa con su nombre y el país de origen, junto a los miles de personas que recibieron el título de "Justo de las Naciones". (EFE)
El homenaje póstumo se celebró en la Sala del Recuerdo y posteriormente en la sinagoga de la institución.
El hijo del homenajeado, Lennart Bjelke, procedente de Estocolmo, recibió de manos de los responsables de la institución el galardón, el de más alto rango que entrega el Estado de Israel a personalidades no judías que contribuyeron de forma altruista a salvar vidas judías.
En el acto también estuvieron presente sus nietos Manuel y Manuela y su sobrino Enrique Muñoz Larrea, quien en nombre del pueblo ecuatoriano y su familia agradeció el reconocimiento.
"Estamos seguros de que si Manuel Antonio hubiera querido salvar vidas de seres humanos inocentes, lo haría nuevamente una y mil veces más", aseguró el sobrino.
El título lo entrega el Yad Vashem, que recuerda la memoria de los seis millones de judíos asesinados por los nazis, a toda persona que haya contribuido a salvar personas de este origen, y hasta ahora lo han recibido más de 23 000 personas de 45 nacionalidades diferentes, en su mayoría polacos.
Según los testimonios presentados ante la institución, Manuel Antonio Muñoz Borrero, nacido en la ciudad ecuatoriana de Cuenca en 1891, fue cónsul de su país en Estocolmo a partir de 1931 , y diez años después envió 80 pasaportes a Estambul para ayudar a salvar a judíos de origen polaco.
Como resultado de su actuación, el cónsul ecuatoriano fue cesado en sus funciones en 1942, pero debido a que su gobierno no envió un sustituto ni las autoridades suecas le retiraron los sellos y documentación oficial -tal y como le había pedido Quito-, Muñoz Borrero siguió expidiendo documentación.
Casi ninguno de estos nuevos receptores de pasaportes sobrevivió porque la policía secreta sueca torpedeó la iniciativa, pero algunos que sí sobrevivieron prestaron testimonio al museo y solicitaron un reconocimiento.
Una de las supervivientes, postrada en una silla de ruedas, leyó en la ceremonia una emotiva alocución agradeciendo al diplomático ecuatoriano haberle salvado la vida a ella y a su madre.
En febrero de este año la comisión histórica que se encarga de evaluar este tipo de casos decidió concederle el título de "Justo de las Naciones" a Muñoz Borrero en reconocimiento a su labor altruista y desinteresada por salvar decenas de vidas de judíos a los que nunca conoció.
Al concluir la ceremonia, los asistentes y familiares del galardonado se desplazaron a un bosque del Yad Vashem donde descubrieron una placa con su nombre y el país de origen, junto a los miles de personas que recibieron el título de "Justo de las Naciones". (EFE)
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