“SI, PUES, YO SOY PADRE, ¿DÓNDE ESTÁ MI HONRA?…” (Malaquías 1:6b)
Cuando los israelitas preguntaron a Dios: “¿En qué hemos menospreciado tu Nombre?”(Malaquías 1:6b), Él les contestó por medio de Malaquías:
(a) Engañándome con trampas en vuestras finanzas, llevando vuestros animales de primera clase al mercado por el precio más alto pero llevando animales ciegos, cojos y medio-muertos a mi altar (ver Malaquías 1:7,8).
(b) Engañando a vuestro prójimo, pagando salarios absurdamente bajos, haciendo la vida económicamente imposible para las viudas, y tratando injustamente a los inmigrantes (ver Malaquías 3:5).
(c) Engañando a vuestra pareja. El divorcio era desenfrenado. Escucha: “Cubrís el altar… de lágrimas… así que no miraré más la ofrenda… Mas diréis: ‘¿Por qué?’. Porque… has sido desleal, aunque ella era tu compañera y la mujer de tu pacto” (Malaquías 2:13,14).
En esencia, el Señor les dijo: “Os rebeláis contra Mí, y después esperáis que no estoy afectado. Pues bien, ‘disculpadme’, pero estoy profundamente afectado. Vuestros pecados rompen mi corazón. Es traición. Las barreras que levantasteis tienen que ser derribadas. No podemos tener comunión de verdad si no estáis dispuestos a obedecerme – totalmente”.
Lo asombroso es que Dios mismo quiere ayudar a derrumbar esas barreras. Hoy, Él extiende sus brazos hacia nosotros: “Venid…, dice el Señor, y estemos a cuenta: aunque vuestros pecados sean… rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). La buena noticia es que ahora mismo puedes volver a tener una relación con Dios. Todo lo que debes hacer es orar: “Padre, perdóname. Quiero dejar de pecar y reconstruir mi relación contigo”. En el momento que ores así de corazón, Él te restaurará, y de nuevo estarás “encarrilado”.
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