Cabecera

Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Cambia tu manera de pensar para que cambie tu manera de vivir.



Cambia tu manera de pensar para
que cambie tu manera de vivir. - San Pablo [Rm 12,2]


Cambia tu piloto automático. Para cambiar tu vida debes cambiar tu manera de pensar. Detrás de todo lo que haces hay pensamientos. Toda conducta es motivada por una creencia y toda acción es incitada por una actitud. Dios reveló esto miles de años antes de que los psicólogos lo entendieran: “Tengan cuidado de cómo piensan; la vida es modelada por sus pensamientos”.

Imagina un paseo en un bote con motor en un lago, con el piloto automático puesto en dirección hacia el este. Si decides dar vuelta atrás y dirigirte al oeste, tienes dos posibles maneras de cambiar el rumbo del barco. Una es tomar el timón y físicamente obligarlo a que se dirija en la dirección opuesta a la que señala el programa del piloto automático. A pura fuerza de voluntad podrías vencer al piloto automático, pero sentirías la resistencia todo el tiempo. Finalmente tus brazos se cansarían de la tensión, soltarías el timón y el barco retomaría inmediatamente el rumbo en dirección al este, de acuerdo con su programación interna.

Esto es lo que sucede cuando tratas de cambiar tu vida a fuerza de voluntad. Dices: “Me obligaré a comer menos... haré más ejercicio. Dejaré de ser desorganizado y de ser impuntual”. Sí, tu fuerza de voluntad puede producir un cambio a corto plazo, pero crea una tensión interior constante porque no has tratado la causa desde su raíz. El cambio no se siente como algo natural, así que finalmente te rendirás, abandonarás la dieta, y dejarás de hacer ejercicios. Rápidamente volverás a tus viejos patrones.

Hay una mejor y más fácil manera. Cambia el piloto automático: tu manera de pensar. La Biblia dice: “Dejen que Dios los transforme en una nueva persona, cambiando su forma de pensar”. El primer paso en el crecimiento espiritual es empezar por cambiar la manera de pensar. El cambio siempre comienza en la mente. La manera en que pienses determinará cómo te sientes, y cómo te sientes influirá en cómo actúas. Pablo dijo: “Debe haber una renovación espiritual de sus pensamientos y actitudes”.

Para ser como Cristo debes desarrollar en ti su mente. El Nuevo Testamento llama a este cambio mental arrepentimiento, que en el griego literalmente significa “cambiar tu mentalidad”. Te arrepientes siempre que cambias tu manera de pensar y adoptas la manera de pensar de Dios: con respecto a ti mismo, al pecado, a Dios, a otras personas, a la vida, a tu futuro, y a todo lo demás. Asumes la actitud de Cristo y su perspectiva.

Se nos manda que pensemos “del mismo modo en que pensaba Cristo Jesús”. Este mandamiento tiene dos facetas. La primera faceta de este cambio mental consiste en dejar de los pensamientos inmaduros, que son egoístas. La Biblia dice: “Dejen de pensar como los niños. Sean niños en la malicia, pero sean adultos en su forma de pensar”. Los niños son por naturaleza completamente egoístas. Sólo piensan en sí mismos y en sus propias necesidades. Son incapaces de dar; sólo pueden recibir. Tienen una manera de pensar inmadura. Por desgracia, muchas personas nunca de desarrollan más allá de ese nivel. La Biblia dice que esta manera egoísta de pensar es el origen de conductas pecaminosas: “Los que viven siguiendo sus egos pecaminosos sólo piensan en las cosas que su ego pecaminoso desea”.

La segunda faceta para pensar como Jesús consiste en que empieces a meditar con madurez, enfocándote en otros, no en ti mismo. En su gran capítulo sobre el amor verdadero, Pablo concluyó que pensar en los demás era la señal de madurez: “Cuando yo era un niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Cuando llegué a ser adulto, dejé atrás las cosas de niño”.

En la actualidad, muchos suponen que la madurez espiritual se mide por la cantidad de información bíblica y doctrina que uno sepa. Si bien el conocimiento es una medida de la madurez, no es todo lo que se necesita. La vida cristiana es mucho más que credos y convicciones; incluye conducta y carácter. Nuestros hechos deben ser congruentes con nuestros credos, y nuestras creencias deben ser respaldadas con una conducta semejante a la de Cristo.

No hay comentarios: