Estaba ya María casada con José, pero antes que consumaran su relación legítima como todo matrimonio, pues el matrimonio fue hecho por Dios; aconteció que María aparece embarazada sin haber tenido contacto marital con su legítimo esposo José; él en su pensamiento estimó dejarla secretamente para no difamarla, pero el ángel de Dios supo de esto que había acariciado la mente y el corazón de José, y apareciéndole el ángel del Señor en sueños a José, le dijo que desistiera de su decisión y que recibiera tranquilo a su esposa, pues, lo que dentro de ella estaba era engendrado de parte del Espíritu Santo.
Luego que el ángel se le presenta en sueños a José y le dice que no tema, porque lo que hay en ella del Espíritu Santo es, despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer, obedeciendo el mandato de Dios enviado por su ángel y entró José de inmediato en obediencia e hizo conforme había sido instruido por el ángel de Dios.

A la vez José era elegido a partir de entonces para que acompañara y mudara a María y al niño de un lugar a otro por causa de la persecución que Herodes había entablado en contra de él. Cada vez que había que trasladar de un lugar a otro al bebé para ponerlo a salvo, el ángel del Señor le informaba en sueños a José.
El verdadero padre y madre del Niño era el mismo Dios pues fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, y José el elegido para cuidar de él junto a María, formando una pareja de padres obedientes a Dios, necesaria para la crianza de todo niño que debe estar bajo la cobertura de sus progenitores.
Padres de crianza del Hijo de Dios fueron María y José, hasta que el niño creció y maduró y se cumplió lo que estaba establecido sobre él conforme había escrito el profeta.
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