POR Pst. JORGE COTTO
La comunidad de Newtown en Connecticut no volverá a ser la misma. A solo unos días de la Navidad este poblado, que se caracteriza por ser un lugar tranquilo y el más apropiado para levantar una familia, fue estremecido por la violencia, el dolor y la muerte.
El viernes 14 de diciembre Adam Lanza, joven de 20 años de edad, entró armado a una escuela elemental en Newtown y cometió una de las peores matanzas masivas en la historia reciente de los Estados Unidos. Veintisiete (27) personas perdieron sus vidas, entre ellas veinte (20) niños.
Explicar con palabras una tragedia de esta magnitud es una tarea difícil y altamente compleja. No hay discurso que pueda responder a todas las preguntas que lo ocurrido en la escuela elemental Sandy Hook generan en la mente de muchas personas en la comunidad. Tampoco existen argumentos que aclaren y disipen la confusión que tortura a las familias de las víctimas.
¿Qué o quién realmente provocó que el joven Adam Lanza cometiera tan horrible acto? ¿Odio, rencor, falta de salud mental, ausencia de buenos valores, un ambiente de hogar insano, el divorcio de sus padres o una educación débil e inefectiva? No lo sabemos, y posiblemente nunca lo sabremos con exactitud. Sin embargo, me parece que actos de violencia y agresividad como estos nos recuerdan que nuestra sociedad necesita paz.
Uno de los mensajes sobresalientes de la Biblia y del evangelio de Jesus es precisamente la paz. De igual manera, cuando se habla de la Navidad se menciona la paz como uno de los elementos principales de esta celebración. Esto es así porque el mensaje profético anuncia que uno de los títulos dados al niño Dios es el de Príncipe de Paz (Is. 9.6). Jesús es descrito como agente, portador, y fuente de la paz que el mundo no puede dar. Él es quien provee esa atmósfera interna que no es fácil describir con palabras y que sobrepasa todo entendimiento. El niño que nació en un pesebre nos regala esa calma indescriptible que se hace presente cuando enfrentamos el dolor y nos toca transitar por el valle de la sombra de la muerte.
Ante eventos trágicos e incomprensibles como el ocurrido en la comunidad de Newtown en Connecticut hay que hacer un alto y pedir al Señor de la vida que inunde nuestro ser con la serenidad que viene de Él. ¡Necesitamos Paz!
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