PARÍS, (Efe/
Todos los jueves por la tarde Marcos Ceara (Crato, Brasil, 1980) se quita las botas de tacos y las sustituye por una biblia. Es en la intimidad de su casa cuando el futbolista se transforma en un pastor que enseña el Evangelio de Jesús.
De puertas para dentro el lateral derecho del Paris Saint-Germain sigue teniendo la misma capacidad de convocatoria que en el césped: decenas de personas acuden cada semana a los cultos y estudios bíblicos que organiza en su apartamento parisino.
Porque además de un buen pelotero, Ceara es pastor evangélico. Muy creyente desde que era pequeño, no perdona el encuentro espiritual de cada jueves, "salvo cuando hay encuentros de la Europa League, que se pospone la sesión al viernes".
Durante las reuniones, que se celebran a las siete en punto, los participantes cantan canciones gospel y oran. Y tanto en la fe como en el campo, la entrega es la mejor virtud de Ceara.
Tras cada encuentro que organiza en su casa acaba con un pequeño ágape y un refrigerio, pero sin alcohol. Momento que los presentes aprovechan para pedirle un autógrafo. Su compañero Nene y el ex delantero del PSG Fabrice Laconte son fijos de estos encuentros, aunque Ceara ha intentado convencer al resto de colegas de vestuario de la conveniencia de estar a bien con Dios. El problema es que la mayoría se lo toma a risa. "Todos los jueves bromean y dicen ‘hoy toca fiesta en casa de Ceara’", dice el brasileño.
De hecho, ha intentado llevar el Evangelio al mismísimo Nicolas Sarkozy. Cuando el presidente le estrechó la mano después de jugar la final de la Copa de Francia, el jugador se acercó a él y le dijo: "Jesús te ama", el mismo lema que lleva escrito bajo su camiseta y la misma frase que escribe a sus fans a modo de autógrafo. Un lema muy parecido al que difunde Kaká, otro cristiano evangélico de la canarinha.
Al alcalde de París, Beltrand Delanöe, le regaló una Biblia. "El fútbol es mi profesión y la fe me ayuda a ser mejor deportista. A su vez, ser delantero del PSG me permite predicar mejor la palabra de Dios".
Por desgracia para él, a veces su fe le ha salido demasiado cara. Hace años, cuando jugaba en el Internacional de Brasil fue acusado de proselitismo: "Hablaba demasiado de Dios a mis compañeros y el entrenador me dijo que, o dejaba de predicar, o me echaba del club", ha declarado el defensa, que finalmente abandonó el equipo para jugar (y triunfar) en el campeonato francés.
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