Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. (Eclesiastés 3:1)
Si entendiéramos que todo es hermoso en el tiempo de Dios, nos ahorraríamos preocupaciones, y malas decisiones.
Una de nuestras características como seres humanos es que todo lo que queremos debe ser ahora o en el tiempo que entendemos merecerlo, sin entender que para Dios mil años es como un día y un día como mil años. Pero siendo propicio y puntual porque siempre, siempre llega a tiempo.
Su fidelidad y misericordia lo hacen actuar a pesar de nuestros errores y tropiezos, porque cuando tiene propósito en una vida, lo hace no importando los contratiempos.
El señor le prometió un hijo a Sara y al no esperar ella el tiempo de la promesa, tomó una decisión fuera del propósito de Dios, pero a pesar de, Jehová había provisto en su tiempo, cuando todas las condiciones eran desfavorables para recibir lo prometido.
Amado hermano, si el señor te prometió algo y aún no lo ves llegar, no te desespere, entiende que el tiempo para esa promesa no ha llegado o más bien El te está preparando, capacitando para que al recibirla te sea de bendición. Simplemente confía, porque quien lo prometió es completamente fiel para cumplir.
Elaborado por: Ginet Madeline Montero
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