Es la primera mujer cristiana condenada a la horca en Pakistán por blasfemia. Su caso desató la furia de los extremistas y una fuerte presión internacional. Días atrás el presidente de Pakistán, Asif Alí Zadari, anunció que perdonaría a Asia Bibi pero los extremistas quieren que se cumpla la ley que dicta que quien blasfeme contra su profeta debe ser ahorcado. Por decir que Jesucristo es tan sagrado como el profeta. Bibi está presa desde junio de 2009 y a los fundamentalistas poco les importa lo que dice el presidente; ellos quieren colgarla.
Cae un rojo y frío atardecer entre los cánticos que llaman a la oración en la mezquita de Ittan Wali. En este poblado en el Punjab de Pakistán vivía Asia Bibi, la cristiana que se ha convertido en la primera mujer condenada en este país a la horca por blasfemia. Su caso ha desatado la ira de los extremistas y una fuerte presión internacional.
Una veintena de hombres que han terminado su trabajo en el campo o en la ladrillera se dirigen a escuchar a su imán. Aunque cuentan que Bibi y su familia eran gente tranquila que nunca dio problemas, son firmes: el código penal dice que quien blasfeme contra su profeta debe ser ahorcado.
A los vecinos de Ittan Wali poco les vale que el presidente de Pakistán, Asif Alí Zadari, haya cedido a la presión internacional, (el Papa incluido) y haya dicho que perdonaría a Bibi. `Si no la cuelgan como dicta la ley, la mataremos nosotros`, se oye en el grupo de hombres. Uno de ellos, vestido con el tradicional salwar kameez, da un paso adelante y dice orgulloso: `Yo estoy listo para matarla`. A Abdul Shakoor, de 26 años, le siguen varios de sus vecinos que comparten su idea. `Yo también lo haría`, dice Zuqar Nain, de 20 años, con una sonrisa.
El imán del pueblo, Mohammad Salam, tiene poco tiempo para contestar preguntas antes de dar su sermón en la austera mezquita. Fue este hombre de 31 años, larga barba, quien acusó a Bibi ante la policía por blasfemia en junio de 2009.
A CONTINUACIÓN UN VIDEO:
Cae un rojo y frío atardecer entre los cánticos que llaman a la oración en la mezquita de Ittan Wali. En este poblado en el Punjab de Pakistán vivía Asia Bibi, la cristiana que se ha convertido en la primera mujer condenada en este país a la horca por blasfemia. Su caso ha desatado la ira de los extremistas y una fuerte presión internacional.
Una veintena de hombres que han terminado su trabajo en el campo o en la ladrillera se dirigen a escuchar a su imán. Aunque cuentan que Bibi y su familia eran gente tranquila que nunca dio problemas, son firmes: el código penal dice que quien blasfeme contra su profeta debe ser ahorcado.
A los vecinos de Ittan Wali poco les vale que el presidente de Pakistán, Asif Alí Zadari, haya cedido a la presión internacional, (el Papa incluido) y haya dicho que perdonaría a Bibi. `Si no la cuelgan como dicta la ley, la mataremos nosotros`, se oye en el grupo de hombres. Uno de ellos, vestido con el tradicional salwar kameez, da un paso adelante y dice orgulloso: `Yo estoy listo para matarla`. A Abdul Shakoor, de 26 años, le siguen varios de sus vecinos que comparten su idea. `Yo también lo haría`, dice Zuqar Nain, de 20 años, con una sonrisa.
El imán del pueblo, Mohammad Salam, tiene poco tiempo para contestar preguntas antes de dar su sermón en la austera mezquita. Fue este hombre de 31 años, larga barba, quien acusó a Bibi ante la policía por blasfemia en junio de 2009.
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