“NO TEMAS DELANTE DE ELLOS, PORQUE CONTIGO ESTOY.” (Jeremías 1:8)
Jeremías escribe: “Vino, pues, palabra del Señor a mí, diciendo: ‘Antes que te formara en el vientre, te conocí, y antes que nacieras, te santifiqué [te aparté del resto], te di por profeta a las naciones’. Yo dije: ‘¡Ah, ah, Señor! ¡Yo no sé hablar, porque soy un muchacho!’. Me dijo el Señor: ‘No digas: “Soy un muchacho”, porque a todo lo que te envíe irás, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte’, dice el Señor. Extendió el Señor su mano y tocó mi boca, y me dijo…: ‘He puesto mis palabras en tu boca. Mira que te he puesto en este día sobre naciones y sobre reinos, para arrancar y destruir, para arruinar y derribar, para edificar y plantar… yo vigilo sobre mi palabra para ponerla por obra” (Jeremías 1:4-12).
¿Piensas que te queda grande el trabajo que se te ha encomendado? Lo es si lo haces solo, pero no cuando involucras a Dios; no trabajas solo porque Él está contigo. Ya se trate de derribar o de construir, Aquel que te llamó te preparará, te capacitará y hará que lo logres. Él no se equivocó al escogerte. A lo mejor dices: ‘Si hubiera tenido la formación, el talento y la experiencia de Fulanito…’. Si Dios quisiera a Fulanito, lo habría elegido, pero te eligió a ti. Sé tú mismo, confía en Dios y todo te irá bien.
¿Piensas que te queda grande el trabajo que se te ha encomendado? Lo es si lo haces solo, pero no cuando involucras a Dios; no trabajas solo porque Él está contigo. Ya se trate de derribar o de construir, Aquel que te llamó te preparará, te capacitará y hará que lo logres. Él no se equivocó al escogerte. A lo mejor dices: ‘Si hubiera tenido la formación, el talento y la experiencia de Fulanito…’. Si Dios quisiera a Fulanito, lo habría elegido, pero te eligió a ti. Sé tú mismo, confía en Dios y todo te irá bien.
“…¡PREPÁRATE! VE Y DILES TODO LO QUE YO TE ORDENE.” (Jeremías 1:17 NVI)
¿Te avergüenzas de tus comienzos, como Jeremías? El profeta comienza su libro enumerando la gente buena y la mala de su entorno. ¿Sabes una cosa? Todos venimos con una carga genética nada perfecta. Todos somos una especie de mezcla. ¿Qué hacer, entonces con todo ese trasfondo? Aprende de los que actuaron mal e imita a los que actuaron bien. Descubre el propósito para el que Dios te puso en la Tierra y cúmplelo. Mantén la antorcha encendida y bien brillante, y luego pásasela al siguiente corredor. Esfuérzate por terminar bien y oír el “Bien, buen siervo y fiel” de Dios. ¡Y cuida lo que dices! Tus palabras no sólo influyen en los demás, sino que también te influyen a ti.
Cuando Jeremías le alegó a Dios que no tenía la edad adecuada, Dios le contestó: ‘¡No digas eso!’. Cuando se quejó porque no era un gran orador, Dios replicó: ‘¡Tampoco digas eso!’. Cuando vio lo grande que era la oposición, le temblaron las rodillas, pero Dios le animó: “‘…¡Prepárate! Ve y diles todo lo que yo te ordene. No temas ante ellos, pues de lo contrario yo haré que sí les temas. Hoy te he puesto como ciudad fortificada, como columna de hierro y muro de bronce, contra todo el país, contra los reyes de Judá, contra sus autoridades y sus sacerdotes, y contra la gente del país. Pelearán contra ti, pero no te podrán vencer,porque yo estoy contigo para librarte’ afirma el Señor” (Jeremías 1:17-19 NVI). Y Dios prometió estar no solamente con Jeremías, sino que ha prometido estar también contigo.
“EL SEÑOR. ME DIJO: ‘HE PUESTO EN TU BOCA MIS PALABRAS’” (Jeremías 1:19 NVI)
Por lo general, la gente a la que Dios llama empieza pensando que está mal preparada y sintiéndose insegura. Si saltaras a la primera y dijeras: ‘Tranquilo, Señor, que yo me las apaño’, Él ni siquiera te llamaría. O quizás digas: ‘He cometido demasiados errores’. Todo el mundo cae, sin embargo, los ganadores son los que se levantan de nuevo. “El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque el Señor lo sostiene de la mano” (Salmos 37:23-24 NVI).
Cuando Jeremías le dijo a Dios que ni se veía capaz ni con la confianza necesaria para hacer lo encomendado, Dios le dijo lo que nos dice a nosotros también:
1) No vas en tu propia autoridad: “…Vas a ir a dondequiera que yo te envíe…” (Jeremías 1:7 NVI). ¿Quién te envía, te respalda y te sostiene? ¡Dios! ¿Qué más necesitas?
2) El mensaje no es nuestro: “…Vas a decir todo lo que yo te ordene” (v. 7 NVI). No te angusties, no renuncies, no razones ni te disculpes. Solamente habla lo que Dios te ha pedido y Él hará el resto “…porque yo estoy alerta para que se cumpla mi palabra” (v. 12 NVI).
3) Cuando Dios te toca, ya estás capacitado: “Luego extendió el Señor la mano y, tocándome la boca, me dijo: ‘ He puesto en tu boca mis palabras’” (v. 9 NVI). Sé tú mismo, porque no puedes ser nadie más. No eres quien los demás dicen que eres, sino quien Dios dice que eres. Por eso puedes hacer lo que Él te encomienda. Sólo tienes que ponerte de acuerdo con Él.
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