“…EL SEÑOR. TE DA PODER PARA HACER RIQUEZAS.” (Deuteronomio 8:18 NVI)
Dios no niega “nada bueno. a los que andan en integridad” (Salmo 84:11 LBLA).Pero es importante reconocerlo a Él como la fuente de todas tus bendiciones, ¡y en eso nos quedamos cortos! Asumámoslo, “más” no siempre significa “mejor”.
De hecho, dependes menos de Dios cuanto más dependes de las cosas. Por eso la Ley de Levítico disuadía la formación de imperios. En el Antiguo Testamento, a los pobres se les hacían los préstamos sin intereses (Éxodo 22:15); se anulaban las deudas pendientes a los siete años (Deuteronomio 15:1-2); se liberaba a los esclavos y se les daban los medios para empezar de nuevo (Deuteronomio 15:12-14); los familiares rescataban las tierras perdidas (Levítico 25:25) y la propiedad vendida, perdida o no rescatada volvía a su dueño original (Levítico 25:14-17). ¿Por qué? Porque Dios quería que su pueblo dependiera de Él, no de las pertenencias. Les advirtió:
“Cuando se hayan multiplicado… tus riquezas… No se te ocurra pensar: ‘Esta riqueza es fruto de mi poder y… fuerza’… Recuerda al Señor porque… te da el poder para producir esa riqueza…” (Deuteronomio 8:13-18 NVI).
Los principios de Dios no han cambiado. Andy Stanley señala que hacerte una lista de cosas que debes y no debes hacer es como tener a alguien dándote instrucciones. Si la persona te da un mapa, te guías por él, pero cuando sigues a la persona, te centras en ella. La Biblia no dice que Dios recompense a los que buscan cosas “diligentemente”, sino que Él “recompensa a los que lo buscan” (Hebreos 11:6).
La Conclusión: si dependes de cualquier otra cosa que no sea Dios, nunca triunfarás.
“No se preocupen por todo eso… su Padre celestial ya conoce todas sus necesidades… y Él les dará todo lo que necesiten” (Mateo 6:31 NTV).
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