En
nuestros días la profesión religiosa abunda. Los lugares de culto se
han multiplicado y también el número de los asistentes. Pero a pesar de
toda esta pública manifestación religiosa, la oración es descuidada por
muchos. He llegado a la conclusión de que la mayoría de los que profesan
ser cristianos nunca oran. Muchísimas son las personas que nunca dicen
unas palabras de oración; comen, beben, duermen, se levantan, van al
trabajo, regresan a sus hogares, respiran el aire de Dios, ven el sol de
Dios, andan sobre la tierra de Dios, gozan de las mercedes de Dios,
tienen cuerpos mortales, un juicio y una eternidad delante de ellos,
pero nunca hablan a Dios. Viven como las bestias del campo que perecen;
se comportan como criaturas sin alma; no tienen ninguna palabra para
decir a Aquél en cuyas manos están sus vidas y de quien reciben el
aliento y todas las cosas y de quien un día oirán palabras de
condenación eterna. ¡Cuán terrible es todo esto!
Creo
también que las oraciones de muchas personas no son más que una mera
rutina, una colección de palabras que se repiten de carretilla y de cuyo
significado nadie se apercibe. Algunas de estas oraciones no son más
que una serie de frases, que aprendieron en la niñez. Hay personas que
repetirán una y otra vez el credo, sin darse cuenta de que en esta
confesión no se encierra ninguna petición. Otras recitarán el "Padre
nuestro", pero sin el más leve deseo de que lo que en esta oración se
expresa tenga cumplimiento. Aun muchas de aquellas personas que han
aprendido buenas oraciones, cuando las dicen lo hacen con desgana y
rutinariamente, quizá mientras se lavan o se visten. Esto no es orar.
Las palabras que no salen del corazón son de tanto provecho para el
alma, como el batir de los tambores delante de los ídolos por parte de
los paganos. Donde no hay corazón puede haber labios y lengua, pero no
habrá nada que Dios pueda escuchar; no hay verdadera oración (…)
¿Cuál
es la causa principal de todo enfriamiento y apartamiento espiritual?
Por regla general creo que la causa principal es el descuido y
negligencia de la oración privada. Es cierto que la historia secreta de
muchas caídas no se conocerá hasta el Día del Juicio. De ahí que sólo me
limite a expresar mi opinión, Pero esta opinión ha sido formada como
resultado de mis experiencias pastorales y mis observaciones del corazón
humano. Repito pues mi opinión: el motivo principal de todo
enfriamiento y apartamiento tiene su origen en el descuido de la oración
privada.
Las
Biblias que se leen sin oración, los sermones que se oyen sin oración,
los matrimonios que se contraen sin oración, los viajes que se emprenden
sin oración, las amistades que se forman sin oración, las lecturas
bíblicas y devocionales con oraciones rápidas y que no salen del
corazón; todo esto constituye una serie de escalones descendentes por
los cuales muchos creyentes bajan a un plano de apatía espiritual, o al
borde mismo de una terrible caída. Por este proceso se forman las
personas lánguidas como Lot; las de carácter inestable como Sansón; las
inconsistentes como Asa; las flexibles como Josafat; las cuidadosas en
extremo Marta, etc. A menudo la causa que motiva todos estos casos es
ésta: descuido de la oración privada.
No
dudemos del hecho de que los que caen, primero caen en su vida
espiritual privada, y más tarde su caída es pública. Primero caen en su
vida de oración, y luego a los ojos del mundo. Al igual que Pedro,
primero descuidan la amonestación del Señor de velar y orar, y luego,
también como ese Apóstol, pierden las fuerzas y en la hora de la
tentación niegan al Señor.
Confío
que el lector cristiano de este escrito nunca se apartará de la fe.
Pero la mejor manera de asegurarse de que no se apartará de los caminos
del Señor, es recordando mi amonestación: no descuides la oración
privada.
.Verdadera Vida Blog
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