“No nos metas en tentación, mas líbranos del mal”. Texto completo en Mateo 6:9-15.
Con esto terminamos las reflexiones sobre la oración modelo de Jesús. “No nos metas en tentación” , es la última petición de esta oración modelo, el Padre nuestro, que nos deja Jesús. Es una petición que muestra la debilidad humana y la dependencia del Creador.
Es tan completa y exigente la oración que nos deja Jesús como modelo para orar, que necesitamos las fuerzas de Dios mismo, que sea Él quien nos sostenga para poder resistir en medio de un mundo lleno de valores tentadores , de tentaciones mundanas en línea con la injusticia, el poder, la acumulación de riquezas… valores que son contracultura con los del Padre nuestro y los del Evangelio a los pobres que nos dejó Jesús. Esta petición es la fundante de la posibilidad de poder asumir las peticiones anteriores que, uniendo el cielo con la tierra, nos marcan las líneas de la projimidad, de acercamiento del Evangelio y los valores del Reino a los pobres de la tierra.
Esta última petición es el reconocimiento final de que caeremos si no nos ponemos en las manos de un Dios
que nos tiene que librar de la tentación y no meternos en los males tentadores de las riquezas, del poder, de la avaricia, del egoísmo humano, de la prepotencia, de la falta de solidaridad y práctica de la injusticia. Sin ti, Señor, permaneceremos en el mal de considerar la riqueza como prestigio, en la infravida de los que sólo desean acumular y adorar al becerro de oro, al dios Mamón. En la necedad de los que no quieren compartir, de los que permanecen de espaldas al grito de los pobres y, por ello, de espaladas a tu Evangelio, de espaldas a ti… aunque olamos a cirio y a incienso. Permaneceremos en la peor de las idolatrías.
Señor, sin ti, seremos de los que consideran locura las exigencias de tu Evangelio, seremos de los que a lo dulce llaman agrio y a lo agrio dulce. Sin un Dios que nos libre del mal y de caer en la tentación, jamás entenderemos tu Evangelio a los pobres, tu oración modelo. Nos revolcaremos afanados y ansiosos en el cieno de las falsas riquezas -o el deseo de ellas- y de los falsos valores, como puercos a los que no les importa la suciedad ni el pecado. Sin tu ayuda y liberación, podremos estar alabando en la iglesia, mientras somos carcomidos y deslumbrados por los valores insolidarios que nos impiden ver tu rostro, el rostro de los pobres del mundo. Señor, “no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” , para que seamos personas solidarias, agentes de liberación de tu reino en la tierra… para que los valores de tu Evangelio a los pobres, de tu oración modelo, no nos parezcan locura ni insensatez.
¿Qué cosas nos tientan? Es verdad que el listado puede ser largo, pero hay tentaciones enormes en torno al dinero, al poder, al sexo, a la vanagloria. Hay tentaciones tremendas en torno al egoísmo, la avaricia, la insolidaridad, el despojo de los otros, la falta de amor al prójimo en necesidad y la práctica de la injusticia. Son los contravalores en relación con los auténticos valores del Evangelio a los pobres, de los valores del Reino, los que más nos tientan. Sin la ayuda de un Dios que nos puede librar de la tentación y del mal, caeremos. Es necesario estar de cara a Dios y de cara al sufrimiento del prójimo para poder hacer vida en nosotros las peticiones del Padre nuestro, de esta oración modelo que nos deja Jesús.
Tenemos que plantearnos nuestra vida ante el Señor estando pendientes y en relación con el lugar más sagrado que Jesús reconoce, más sagrado que el templo, que las largas oraciones, que los sacrificios… Ese lugar sagrado es el hombre, fundamentalmente el que sufre, el pobre, el marginado, el despojado, el excluido, oprimido y explotado. Tenemos que clamar al Señor para que el nos libre de la tentación, que no nos deje ser tentados más allá de lo que podemos soportar, pues el atractivo de estos valores satánicos en relación con las riquezas y la opresión, es de tal magnitud que nuestras fuerzas humanas, sin el apoyo de Dios, no podrán soportar estas presiones y el ser inundados de los contravalores mundanos que, a veces, entran en nuestras iglesias y los acogemos como normales y buenos… y comenzamos a vivir exactamente igual que los que no tienen esperanza, como idólatras injustos. Por eso la petición debe sonar en nuestros labios y en nuestros corazones: Señor , “no nos metas en tentación, mas líbranos del mal” . Si esta petición fundante, no entenderemos jamás el Evangelio a los pobres que impregna todas las enseñanzas de Jesús.
Para entender los valores que nos deja Jesús en su oración modelo, el Padre nuestro, debemos plantearnos nuestra vida ante el Señor, pedirle que él nos libere, nos libre de las tentaciones mundanas, nos use, nos haga criaturas nuevas, solidarias, comprometidas con el Evangelio, con Dios, con el prójimo, con la justicia misericordiosa.
El Evangelio se entiende muy bien desde los campos de marginación, desde la convivencia con los pobres, desde el apearse de nuestro tren de la prosperidad, desde la solidaridad, la projimidad y el amor. Fuera de esto, no se entenderá esta oración y estaremos haciendo teología o entendiendo la espiritualidad cristiana desde parámetros falsos presentados como buenos y bellos por el ángel de luz, por Satanás, cuando, en realidad, son parámetros de muerte que nos atraen intentando hacernos caer en la tentación… en el mal.
¡Señor, líbranos del mal! ¡Líbranos de lo malo! ¡Líbranos del maligno! ¡Líbranos del pecado! ¡Líbranos de la tentación! No nos mantengas en un mundo sin sentido, no nos mantengas en el vacío del tener insolidario, en las tentaciones injustas que nos sumen en la angustia de una vida sin valor.
Por tanto, “No nos metas en tentación” . Sólo tú puedes hacer esto, “porque tuyo es el Reino, y el poder y la gloria, por todos los siglos. Amén”.
Fuente: ProtestanteDigital