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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

sábado, 25 de agosto de 2012

EL LIBRO DE DIOS


Una misionera en Africa vio a un hombre desconocido vestido de pieles que venía con una cabra. El depositó su lanza en el suelo, amarró a la cabra, y le preguntó: “Señora blanca, ¿acaso ha llegado el Libro de Dios a nuestro país?”
Ella le dijo: “¿Está usted interesado en el Libro de Dios?”-”Sí”-, respondió el hombre: “mi hijo me trajo este pedacito de papel y me ha enseñado estas palabras: De tal manera amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unigénito. Yo oí que el Libro de Dios iba a llegar, he andado por cinco días, y he traído esta cabra para pagar el precio del Libro de Dios”.
La misionera le entregó una Biblia, recorriendo en capítulo 3 de San Juan y enseñándole las palabras del verso 16. “¡Oh, dame ese Libro!” exclamó “y tú puedes llevarte la cabra”. Entonces, apretando el Libro a su corazón, comenzó a andar de una parte a otra, diciendo:”El Libro de Dios. El ha hablado. Dios nos ha hablado en nuestro propio idioma”.
Con gozo él volvió a su país lejano, donde ningún misionero había llegado, pero él llevó consigo el Libro de Dios.
¿Está usted tan interesado en el Libro de Dios como lo estuvo aquel pobre hombre de Africa?
Extraído de Fuego de Pentecostés Nº 225, Marzo 1948

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