
Es imprescindible que nos mantengamos perseverando en la oración y recordando textos bíblicos que nos animen a ello porque tendemos a desmayar. Llega un momento en que, al orar, nos sentimos como si estuviéramos hablando por teléfono y no hay nadie del otro lado de la línea. Nos preguntamos si realmente tiene sentido, si Dios en verdad escucha, y si lo hace, por qué no recibimos respuesta. Entonces somos tentados a tirar la toalla, dejar de orar por esa petición por la que tanto hemos rogado y seguir con nuestra vida.
¿Escucha Dios las oraciones de sus hijos? ¿Cómo podemos saberlo? La única manera en que podemos responder a estas preguntas es yendo a la Biblia, la Palabra revelada del Señor.
Fuente: Trastornando al Mundo
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