por C. H. Spurgeon
El sermón de Esteban es el texto en el que Pablo se basó para predicar toda su vida.

Creo que fue bueno que Saulo observara el suceso. […] Siempre que ustedes, que aman al Señor, vean u oigan a alguien practicando algo que sea malo, asegúrense de orar por esa persona, pues así es como hemos de ser «la sal de la tierra». La sal ha de ponerse siempre allí, donde la putridez comienza. […] Hay que hacer uso de las lámparas cuando llega la oscuridad; no las necesitamos sino hasta que el sol se ha ido, y llega la oscuridad. Así que, cuando perciban la oscuridad, enciendan sus velas; cuando perciban la putrefacción, esparzan la sal llevando al pecador delante de Dios en oración.
Pero existe también algo más que esto [lo observado por Agustín]. Si Saulo no hubiera estado allí, se habría perdido el beneficio del discurso de Esteban. El sermón de Esteban es el texto en el que Pablo se basó para predicar toda su vida.
Si lo examinan cuidadosamente, descubrirán que la disertación de Esteban es la raíz de la cual, por medio de la bendición del Espíritu de Dios, se desarrolla la teología de Pablo. Esteban le deja la pista de todo el argumento acerca de Sara y Agar incluido en la Epístola a los Romanos; y, también, toda la discusión acerca de que el padre Abraham fue justificado por la fe es parte del discurso de Esteban.
Y la Epístola a los Hebreos es otra planta que crece de la semilla que Esteban sembró en la mente de Saulo; se encuentran varias frases idénticas. En mi opinión, la razón por la que el discurso de Esteban se registró de manera tan íntegra, es porque Pablo viajó acompañado por Lucas, autor de los Hechos de los Apóstoles, y porque Pablo le contó a Lucas lo que Esteban había predicado, pues parece que llegó directo a su alma, y se quedó instalado allí. Debe de haber sucedido así, pues moldeó todas sus epístolas, y se puede trazar la influencia de Esteban en cada rollo sobre el que Pablo apoyó su pluma.