Cuentan que un hombre de negocios, después de largos años de arduo trabajo, consiguió reunir una gran fortuna.
Sin embargo, el gran
empresario, a pesar de todo el dinero que tenía, se sentía infeliz.
Deseaba la felicidad, pero un gran vacío le perturbaba el alma y las
tribulaciones de las horas le robaban la paz.
Un día, escuchó hablar de la existencia de un viejo sabio conocedor de reglas eficientes para quienes desean ser felices.
El ejecutivo no tuvo ninguna duda. Se apertrechó de los recursos necesarios y salió a buscarlo.
Después de una larga y exhaustiva búsqueda, llegó al lugarejo donde vivía el tal sabio.
Algunas informaciones más, y allá estaba él, frente a frente con el anciano.
La expectativa era tanta que fue directamente al asunto.
"Oí decir que usted sabe
la receta para conquistar la felicidad, y lo que más deseo es ser feliz,
¿puede ayudarme?" le preguntó ansioso.
Bueno, respondió el
sabio, en realidad las reglas son muy sencillas. La primera de ellas es
prestar atención; la segunda, es prestar atención; y la tercera y última
es prestar mucha atención.
El ejecutivo pensó que sólo podía estar bromeando, pero después de oír algunas consideraciones, fue cambiando de idea.
El anciano dijo con sabiduría: "quien presta atención en todo lo que sucede en los minutos de su vida, consigue ser feliz."
- Preste atención en lo que las personas le dicen. Sepa escucharlas con serenidad, buscando ayudar en la medida de lo posible.
- Al degustar una comida, aproveche bien el momento. Preste atención en los alimentos que ingiere, sienta su sabor.
- Preste atención en todo a su alrededor...
- Mire con atención una noche iluminada de luna llena, un amanecer de oro...
- Contemple, con atención, un jardín que explota en perfumes y colores...
- Una cascada estirada sobre la montaña rocosa...
- Observe con atención un bando multicolor de aves cruzando los cielos... Oiga atentamente el canto de un pájaro solitario...
- Preste atención en la
lluvia que cae bendiciendo el suelo. Imagine los depósitos de agua en el
subsuelo, distribuyendo fertilidad y vida...
- Deténgase a observar el trabajo de las hormigas, su organización, su perseverancia.
- Aprecie con atención el desabrochar de una rosa... sienta su perfume.
- En fin, observe atentamente los pequeños "nadas" a su alrededor.
- En poco tiempo percibirá que son muchas más las cosas buenas que las cosas malas, y eso lo hará feliz.
Después de oír
atentamente los consejos del viejo sabio, el empresario ya se estaba
sintiendo más alegre y dispuesto a luchar por la felicidad tan deseada.
¡Piensa en esto!
Las horas son benditas oportunidades de aprendizaje y alegría.
Pero, aunque ellas se repitan incesantemente, los minutos ya no son los mismos y las circunstancias cambian cada segundo.
De esa forma, cada hora
tenemos sesenta minutos para encontrar motivos de felicidad, basta que
prestemos mucha atención en cada uno de ellos, sin olvidar que nuestra
atención debe dirigirse hacia las cosas realmente positivas.
¡Pensemos en eso!
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