El Señor utiliza circunstancias que cualquiera hubiese supuesto que habrían dificultado el ministerio de Pablo para continuar.
Y en tales circunstancias de adversidad, su respuesta no fue a
quejarse, culpar a Dios, o hundirse en el descontento y la depresión.
En cambio, se regocijo
(Filipenses 1:18). ¿En qué? ¿En circunstancias agradables, una vida
fácil, o una buena reputación? No. El gozo de Pablo se encontró en el
avance del Evangelio. Podía soportar la oposición de amigos y enemigos,
podría disminuido en la insignificancia y la oscuridad, podía sufrir
penalidades como buen soldado de Cristo Jesús (2 Tim 2:3), porque su ministerio no fue impulsado por una sed de protagonismo, sino por el avance del Evangelio.
Tenemos que aprender a recibir las pruebas de la vida
de la mano de Dios mismo, como oportunidades enviadas directamente de
Él para hacer avanzar el evangelio. No debemos tratar de cortar las
piernas debajo de la soberanía de Dios al sugerir que Dios sólo permite
pasivamente nuestras pruebas, o hace lo mejor de una mala situación.
Cuando nos enfrentamos con el sufrimiento, debemos ver que el Señor
Soberano a propósito nos da la oportunidad de hacer mucho más de Él y de
Su Evangelio, respondiendo de una manera que deja en claro que la
comodidad, la libertad de un conflicto, y una vida fácil no es lo que
mas amamos, sino que es Cristo.
También tenemos que tomar ventaja de sus audiencias
cautivas. Podemos no estar encadenados a un soldado romano, pero cada
uno tenemos nuestras obligaciones que nos mantienen “cautivo.” Tal vez
usted está encadenado a un escritorio en el lugar de trabajo. Tal vez
usted está encadenado a un fregadero de cocina y un par de niños
pequeños. Tal vez usted está encadenado a una cama de hospital, sin
poder moverse libremente. Tienes que ver cada una de estas “cadenas”
como una oportunidad para proclamar a Cristo exactamente dónde se
encuentra. Usted puede ser testigo a sus compañeros de trabajo, a sus
hijos, o con su enfermera y médicos. El mensajero puede ser encadenado,
pero la palabra de Dios no está presa (2 Timoteo 2:9).
Fuente: Evangelio Según Jesucristo
moteo 2:9).
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