Además, Él nos enseña a comenzar bien. En Génesis vemos que al principio, cuando creó el cielo y la tierra, todo estaba desordenado y vacío1, entonces, Él comenzó a llenar y a poner orden. Lo mismo podemos decir de nosotros. Antes de conocerlo, nuestra vida estaba desordenada y vacía, pero Dios la llenó y puso orden. Con esto, nos enseña que el orden es importante en todo comienzo. El desorden no sirve para iniciar nada, porque no nos permite ver lo que tenemos y lo que queremos alcanzar. No podemos ser productivos en medio del caos. Dios quiere que ordenes tu vida, tus finanzas, tus sentimientos y tus prioridades. Este un sencillo pero poderoso consejo. Todos deberíamos comenzar nuestras épocas ordenando, desde nuestra habitación hasta nuestro corazón. Si quiero que Dios obre en mi, debo poner orden, porque en medio del desorden, Él no puede operar. Nuestro Padre anhela bendecirnos, pero no puede hacerlo en el desorden. Al contrario, con orden, Él puede comenzar a crear, a formar y a llenar.
En la Palabra también vemos que al principio, el Espíritu de Dios se movía sobre las aguas. Y lo mismo sucede en el segundo gran inicio, en el Nuevo Testamento vemos que el Espíritu Santo se manifestó cuando Jesús fue bautizado. Dios debe estar contigo en todo comienzo, esa es tu garantía de éxito. Antes de cualquier cosa, al iniciar algo, busca tu cita especial con el Señor, preséntale tus expectativas, lo que deseas lograr, lo que quieres que termine y lo que quieres que comience. En todo comienzo, tu Padre debe ser tu guía, tu dirección, bendición y consuelo.
Fuente: Ministros Recursos Ministeriales
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