Para lograrlo sólo tienes que creer que él es tu
Señor y Salvador. Confesar con tu boca que él murió por ti. Que estás
dispuesto a entregarle tu vida, tus decisiones, tu corazón… y ¡Él te
dará el mismo galardón que Él me ha prometido a mí! El señor te ama, y
Él es fiel a sus promesas.
¡Creer en Dios no es suficiente!
Recuerda que el apóstol Santiago nos dice:
Algunos quizás digan:
Otros quizás piensen:
(Juan 14:6)."
Si yo te preguntara si vas al cielo cuando mueras, ¿qué me responderías?
Si cualquiera de las anteriores es tu respuesta, ¡Estás en peligro de perder tu alma!
Mateo 10:28 te dice:
No teman a los que pueden darles muerte, pero no
pueden disponer de su destino eterno (refiriéndose a Satanás); teman más
bien al que puede darles muerte y también puede destruirlos para
siempre en el infierno (¡refiriéndose a Dios Todopoderoso!).
¡PERO TENGO BUENAS NOTICIAS!
El único pecado que Dios no te perdonaría es
haber blasfemado en contra del Espíritu Santo, y si tú lo hubieses
hecho, puedes estar seguro que ni siquiera hubieras terminado de leer
estas líneas que ahora te escribo. De una cosa sí estoy seguro… El Señor
te promete lo siguiente:
Si quieres entregar tu vida a Jesús di esta oración en voz alta:
Dios Padre, me he dado cuenta que he pecado
contra ti. Ahora creo que Jesús es ciertamente mi única esperanza. Yo
creo con todo mi corazón que Jesús murió en mi lugar, que murió en la
cruz por mis pecados, y que después de tres días resucitó. De ahora en
adelante dejaré de hacer lo malo y caminaré el camino que Jesús me
ofrece. Ahora te pido que me des vida eterna y entendimiento. Por favor,
escribe mi nombre en el Libro de la Vida. Dame tu Espíritu Santo para
que me ayude a limpiar mi conciencia y a comenzar una vida nueva. Te doy
las gracias en el Nombre de Jesús. ¡ Amén!
Y ahora… ¿Qué hago?
Hay iglesias evangélicas y algunas otras
protestantes en las que estoy seguro que estarían más que honrados en
recibirte. Acércate a cualquiera de ellas y de seguro no te ignorarán.
¿Por qué necesito congregarme?
Porque la Palabra de Dios es como el alimento que
comes diariamente. Después de que Cristo viva en ti, querrás saber más
acerca de quien ahora es tu rey. Es en la iglesia dónde encontrarás ese
alimento. ¡Además, necesitas mostrarle a todo el mundo que has cambiado
de nacionalidad, que ahora perteneces al reino de Dios! Dios quiere que
le sirva a él y sólo a él. No escondido, sino en público.
No debes avergonzarte del Señor. En Mateo 10:32 el Señor te dice:
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