por Charles R. Swindoll
En nuestro sector de la sociedad, en donde la afluencia mimada es
rampante, a menudo nos vemos sin saber qué regalo comprar para nuestros
amigos y seres queridos en ocasiones especiales. Para algunos
(especialmente aquellos que “lo tienen todo”), el regalo común no sirve.
Nada en el centro comercial nos llama la atención.Tengo una sugerencia. Tal vez no parezca costoso, ni suene muy novedoso, pero, créame, siempre da resultado. Es uno de esos regalos que tiene gran valor, pero de esos a los que no se les puede poner precio. No hay riesgo de que quien lo reciba, lo pierda o lo olvide. Tampoco hay problema con tallas. Sirve para toda figura, toda edad y toda personalidad. El regalo ideal es . . . usted mismo. No se olvide del valor inusual de la bondad.
Tal como lo oye: dé algo de usted mismo:
- Dé una hora de su tiempo a alguien que necesita de usted.
- Dé una nota de estímulo a alguien que se siente desanimado.
- Dé un abrazo de afirmación a algún familiar.
- Dé algo de tiempo a alguien que se siente solo.
- Dé una comida a alguien que está enfermo.
- Dé una palabra de compasión a alguien que ha sufrido una pérdida.
- Dé una segunda oportunidad al caído.
- Dé una acción de consideración a alguien a quien a menudo se le deja a un lado.
- Dé una respuesta bondadosa al frustrado.
Cubriendo todos los mandamientos de los unos a los otros de la Biblia (¡y hay muchos de ellos!) está la sombrilla de la bondad. La amabilidad entreteje la misericordia y la gracia, la humildad y la gentileza. La bondad da gracia, exige humildad, y pide que pensemos en otros antes que en nosotros mismos
Fuente: Visión para vivir.
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