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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

viernes, 6 de abril de 2012

La Pascua Máxima


El Pésaj es una de las tres fiestas de peregrinaje del judaísmo.Ampliar foto
El Pésaj es una de las tres fiestas de peregrinaje del judaísmo.
Imagínese a Jesús y a Sus discípulos ese jueves por la noche reclinados en un círculo al azar alrededor de una mesa baja. Estarían con la cara del uno frente a la del otro mientras comían la cena pascual ceremonial, tal como los fieles judíos lo habían hecho por siglos. Puesto que los discípulos habían estado con Jesús por tres años, habían celebrado tres pascuas con Él. Pero esta era diferente. Nunca habían oído el mensaje que les dio Jesús esa noche, ni tuvieron ninguna idea de lo significativa que sería esa reunión.

De acuerdo a la tradición religiosa judía, habrían estado citando de las Escrituras antiguas, recordando los días cuando sus antepasados estuvieron como esclavos en Egipto y Dios los libró por Su siervo Moisés. De repente, notaron que Jesús ya no participaba en la conversación. Se veía sombrío; tal vez más sombrío de lo que había estado en algún momento durante sus tres años juntos.

Mientras observaban con curiosidad, Jesús tomó un pedazo de pan sin levadura y lo partió. Luego levantó Sus ojos y elevó una oración. Los discípulos no sabían que era la última noche que estarían con Jesús, pero que Él sí lo sabía.

"Tomen, coman; este es mi cuerpo."

¿Qué? ¿De qué está hablando? Deben haberse mirado el uno al otro con miradas interrogantes. El Maestro nunca había dicho algo como esto antes. Sus palabras de repente rompieron la tradición, y se quedaron completamente confusos. Les dijo a Sus desorientados discípulos que comieran del pan crujiente, sin levadura, recordándoles que era un símbolo, un cuadro tangible, de Su cuerpo que pronto sería entregado por ellos.

Imagínese el aturdido silencio. Imagínese las preguntas que se agolpaban en la mente de los discípulos: ¿En realidad va a morir? ¿Cuándo? ¿Qué nos va a suceder a nosotros? ¿Vamos nosotros también a morir? ¿Qué del reino que prometió? ¿No han servido de nada todos estos años? Sus estómagos estaban hechos nudo. Los Evangelios no dan indicación de que se haya dicho ni una sola palabra en respuesta. Para cambio, el grupo de hombres se quedó sentado en silencio total y absoluto.

Véase Éxodo 12; Mateo 26:20-30; Lucas 22:14-20; y 1 Corintios 11:23-26.

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