Una de las promesas que Cristo nos hizo antes de partir fue que Él mismo nos prepararía un lugar en la casa de nuestro Padre: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo hubiera dicho; porque voy a preparar un lugar para vosotros. Y si me voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros” (Juan 14:2-3).
¡Qué consolador, maravilloso, indescriptible será disfrutar por fin de la presencia de Dios! Este mundo y nuestra vida aquí son sólo neblina, lo real empezará cuando nosotros, los que a través de la sangre de Cristo somos sus hijos, nos encontremos frente a frente a nuestro Señor y lo alabemos por la eternidad.
La manera como C. S. Lewis describe ese momento, de manera alegórica, es hermoso. Al final del último libro de las Crónicas de Narnia, La Última Batalla, los protagonistas se encuentran ya en el País de Aslan. No se habían dado cuenta de lo que en realidad había ocurrido, así que el león Aslan, que representa a Dios, se los explica:
Fuente: Trastornandoelmundo
¡Qué consolador, maravilloso, indescriptible será disfrutar por fin de la presencia de Dios! Este mundo y nuestra vida aquí son sólo neblina, lo real empezará cuando nosotros, los que a través de la sangre de Cristo somos sus hijos, nos encontremos frente a frente a nuestro Señor y lo alabemos por la eternidad.
La manera como C. S. Lewis describe ese momento, de manera alegórica, es hermoso. Al final del último libro de las Crónicas de Narnia, La Última Batalla, los protagonistas se encuentran ya en el País de Aslan. No se habían dado cuenta de lo que en realidad había ocurrido, así que el león Aslan, que representa a Dios, se los explica:
—Realmente hubo un accidente de ferrocarril —dijo Aslan con suavidad—. Vuestros padres y todos vosotros estáis, como acostumbráis a llamarlo en el País de las Sombras, muertos. El trimestre ha finalizado: empiezan las vacaciones. El sueño ha terminado: ha llegado la mañana.Cuán magnífico será finalmente verte cara a cara, Señor y por fin llegar a nuestro Hogar ¡Ven pronto, Jesús!
Y mientras hablaba, ya no les pareció un león; pero las cosas que empezaron a suceder después de eso fueron tan magníficas y hermosas que no puedo describirlas. Y para nosotros éste es el final de todas las historias, y podemos decir verdaderamente que todos vivieron felices para siempre. Sin embargo, para ellos fue sólo el principio de la historia real. Toda su vida en este mundo y todas sus aventuras en Narnia no habían sido más que la cubierta y la primera página: ahora por fin empezaban el Primer Capítulo del Gran Relato que nadie en la Tierra ha leído, que dura eternamente y en el que cada capítulo es mejor que el anterior[1].
“Regocijémonos y alegrémonos, y démosle a Él la gloria, porque las bodas del Cordero han llegado y su esposa se ha preparado… Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos… Y el que está sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Bienaventurados los que lavan sus vestiduras para tener derecho al árbol de la vida y para entrar por las puertas a la ciudad… Y el Espíritu y la esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que desea, que tome gratuitamente del agua de la vida”. (Apocalipsis 19:7; 21:5; 22:14, 17)
Fuente: Trastornandoelmundo
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