Cabecera

Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

viernes, 2 de septiembre de 2011

RECUPERANDO EL PROPÓSITO AL INTERIOR DE LA IGLESIA
















Teniendo en cuenta que en la actualidad existen tantas congregaciones que sólo de nombre se llaman cristianas, pero que no lo son en Su predicación, culto y adoración, ¿qué aspectos debemos evaluar al interior de nuestras Iglesias, para evitar reproducir estos pecados?
a. Cerciorarnos de que nuestra opinión de Dios es bíblicamente precisa: nuestro entendimiento y  pensamientos acerca de Dios, deben ser completamente bíblicos, ya que en la actualidad muchos están adorando a un dios que es una gran distorsión del Dios verdadero revelado en las Escrituras. Esto es producto la falsa y superficial enseñanza de los pastores, que con sus cultos al “gusto del consumidor”, han creado un dios humanista, llevando al pueblo a la idolatría, y la gente en su ignorancia y sin protestar lo ha aceptado, pues sólo están en busca de su propia satisfacción.
b. Asegurarnos de que Jesucristo es el foco central de nuestra adoración: Él tiene la preeminencia, por eso debemos permanecer siempre enfocados, mirando a Cristo y Su obra consumada como el objeto de nuestra adoración.
c. Comenzar a prepararnos para adorar: hemos de humillarnos ante Dios,  acercarnos a Él, buscar Su rostro en oración, con el fin de que a Él le plazca concedernos un verdadero sentido de Su presencia manifiesta. Debemos examinarnos, reconociendo cuál es nuestra verdadera motivación de congregarnos, ¿es realmente la adoración a Dios? (Santiago 4:1-10). Los actuales servicios han creado una falsa expectativa, por eso mucha gente cree equivocadamente que el ruido, los números, la conmoción y el emocionalismo son señales de la presencia palpable de Dios, pero esto es falso, adictivo e impide conocer a Dios realmente. Este tipo de personas que se encuentran engañadas y lejanas a la verdad de las Escrituras, no conciben la adoración sin sus métodos superficiales y emocionales.
d. Disciplinarnos para recordar que el servicio de adoración tiene el propósito específico de dar gloria a Dios: existe la noción equivocada de que venimos a la iglesia para recibir una bendición, para ser entretenidos o para que se satisfagan nuestras necesidades; y aunque es cierto que la adoración es de gran bendición al pueblo de Dios, no deja de ser algo secundario, pues la prioridad es alabar y glorificar a Dios. No es inusual escuchar a alguien decir: "No recibí nada en la iglesia." A lo que deberíamos responder: ¿qué le dio usted a Dios? ¿Cómo preparó usted su corazón para dar? Si usted asiste a la iglesia buscando egoístamente una bendición, no ha comprendido el verdadero sentido de la adoración. Vamos para glorificar, no para buscar bendición. El asunto no es, ¿qué recibí por haber estado en la iglesia?, sino, ¿glorificó mi corazón a Dios? Ya que la bendición proviene de Dios como respuesta a la adoración, si usted no ha sido bendecido, no será, generalmente hablando, a causa de la pobre música y predicación (aunque a veces éstas pueden ser obstáculos invencibles), sino de un corazón egoísta que no glorifica a Dios.
e. Reconsiderar el significado del éxito: el concepto equivocado, mundano y antibíblico de éxito se ha infiltrado a las Iglesias, desplazando el principal objetivo de dar la verdadera adoración a Dios. La mayoría de pastores y asistentes no se sienten animados si sus congregaciones no tiene una gran audiencia o un auditorio lleno, pues consideran que el éxito es directamente proporcional a los meros números, a la multiplicación de miembros y al mover que se logra con un show evangélico; sin importar que no exista genuina consagración, obediencia, amor y fidelidad a Cristo. Debemos recordar que el concepto de “éxito” que nos enseña la Escritura es sencillamente hacer la voluntad de Dios. Si estamos haciendo Su voluntad, no debemos estar bajo la esclavitud del éxito mundano en el que tantas iglesias y pastores están cautivos.
f. Volver una vez más a las grandes doctrinas de la fe cristiana: la verdadera adoración inicia y aumenta con una correcta instrucción doctrinal. El pueblo de Dios se reúne a ser alimentado y nutrido por la Palabra y aunque mucha gente hoy día no tolerará y ni se someterá a la predicación del Evangelio, las verdaderas ovejas de Dios responderán positivamente al escuchar la proclamación del Espíritu. No debemos caer en el error contemporáneo de hacer mensajes cargados de psicología, lenguaje trivial y temas superficiales sobre las relaciones humanas, para llamar la atención de los hombres, sino que debemos proclamar las verdades eternas de Dios al mundo incrédulo.
g. Es necesario el arrepentimiento: Tenemos que arrepentirnos por haber venido tantas veces a la iglesia sin estar preparados para adorar, habiendo dado poca o ninguna atención a la búsqueda del rostro de Dios. Tenemos que arrepentirnos por no haber dado la preeminencia a Cristo y haber permitido servicios en los que el enfoque central recaía sobre el hombre. Debemos quebrantarnos por haber desvalorizado tanto la predicación. El genuino arrepentimiento nos llevará en una nueva dirección, directamente a la adoración a Dios.
Adaptación del texto “Adoración en el Salón del Trono” de Roberto L. Dickie

Fuente: Verdadera Vida

No hay comentarios: