por Jim Savastio
Cuando elegimos (*) ausentarnos de la reunión de los santos podemos ser la víctima de una o más de las mentiras de Satanás.
La primera mentira es que no necesito “eso.” Por “eso” me refiero al tiempo de adoración, al tiempo de instrucción, al tiempo de la comunión, o al tiempo de la oración. Cuando se coloca en la balanza de cualquier otra cosa que yo quiero o prefiero en ese momento yo estoy creyendo la mentira de que los medios de gracia me son de poca importancia. No logro mucho de las reuniones de oración, no me beneficio de la Escuela Dominical, no me gusta cuando ese predicador en particular predica. Desde luego, no lo necesito.
La segunda mentira es que no “los” necesito. Es decir, a los santos. Podría estar con ellos. Podría tener comunión con ellos, disfrutar de ellos, ser fortalecidos por ellos. Cuando elijo ausentarme constantemente cuando están juntos, yo estoy creyendo la mentira del diablo de que soy suficiente dentro de mí mismo.
La tercera mentira que podemos creer fácilmente es que “yo” no soy necesario. Mi presencia o ausencia no hace ninguna diferencia. Ya sea que este al lado de ese hermano o hermana, si mi pastor me ve e interactúa conmigo, si mi voz se une en las alabanzas o mi corazón se eleva con mis hermanos en oración es una cuestión de indiferencia. Es cierto que la iglesia sobrevivirá, pero hay una gran diferencia entre toda su fuerza y una fortaleza parcial. Hay una diferencia entre una familia cuando todos están presentes, un cuerpo sin partes faltantes, un edificio con todas las paredes o piedras en el lugar.
La reunión de los asuntos es importante. No deberíamos descuidarla innecesariamente.
* Yo no me refiero a lo que generalmente llamamos “obstáculo providencial” o una ausencia necesaria, me estoy refiriendo a ausentarse habitualmente de los medios de gracia.
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