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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

jueves, 25 de julio de 2013

Sus errores del ayer quedaron en el pasado

El que no reconoce sus errores - simplemente no evoluciona .

Dr.Juan Barek

Puede ocurrirle a usted. Justo cuando se siente más entusiasmado porque experimenta cambios en su comportamiento, le embarga un extraño sentimiento de frustración y desasosiego. Recuerda su pasado. Es como una sombra que le sigue a todas partes.
¿Ha vivido esa situación? Es frecuente. Y pone obstáculos al propósito de cambio. Es una de las armas eficaces de Satanás y sus aliados. Es la forma como detiene cualquier avance espiritual. Siembra desánimo y frustración.
Sin embargo se trata de una mentira. La más infame porque desde el momento en que usted y yo aceptamos a Jesús como Señor y Salvador, todos nuestros pecados fueron borrados.
El apóstol Pablo escribió: ”Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándonos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, quitándola de en medio y clavándola en la cruz... ”(Colosenses 2:13-14).
Es hora de perdonarse
Imagine por un instante que entra a la oficina celestial de Jesucristo. Está ocupado. Sobre su escritorio, decenas de documentos por firmar. Usted toca la puerta entreabierta y, con un gesto, mirándole por encima de sus lentes, le invita a seguir.
—Señor Jesús, me siento triste, deprimido, me embarga la sensación de que no vale la pena seguir adelante—, le explica.
—¿A qué se debe?— pregunta el maestro.
—Es un pecado que cometí hace algunos años. Engañé a mi esposa, le causé mucho daño, la hice infeliz—argumenta usted.
Sin decir palabra, Jesús se dirige al archivador. Pregunta su nombre, luego su apellido y comienza a revisar todos los expedientes. Guarda silencio. Sus dedos recorren hábilmente todos los folios. Mueve la cabeza y volviéndole la mirada, le dice:—Lo siento, no se de qué me hablas. Revisé todos los archivos y no aparece el pecado de que me hablas—.
—Yo recuerdo que te pedí perdón, pero sigo preocupado.
—Ah... –le interrumpe el Señor—es que me pediste perdón. Yo te perdoné. Eso lo explica todo. Ya no existen esos errores. Están en el pasado, y para serte sincero, allí quedarán para siempre, en el pasado—.
Usted abandona el lugar con la convicción de que fue perdonado, aunque mismo no quería admitirlo para si mismo.
¿A qué se debe esta situación? A que Dios nos perdonó pero nosotros no nos hemos perdonado aún. Ese es el instrumento que utiliza el diablo para traernos a la memoria lo que hicimos ayer, y tratar de frenarnos en nuestro crecimiento espiritual. Lo que debemos hacer entonces, es permitir que el perdón nos cubra. Es decir, perdonarnos. De lo contrario, siempre nos atormentaremos por lo que hicimos.
Comience a vivir plenamente
El pasado es pasado y en el pasado debe quedar. No es un juego de palabras. Es una realidad. Dios ya le perdonó. No tiene sentido que usted se siga atormentando como lo hace hasta ahora.

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