(Jesús) Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba. (Marcos 1:35)
La comida más importante del día, dicen los especialistas es el desayuno, ya que luego de una noche de sueño se requieren nutrientes y calorías provenientes de toda clase de alimentos a fin de contar con energía. De acuerdo con los médicos, nuestra primera comida debe proporcionar 25% de las necesidades nutricionales diarias, a que se ha comprobado que cuando la aportación es menor, en el corto plazo, disminuyen las funciones del cerebro, generándose irritabilidad, baja concentración y fallas en la memoria, entre otros factores. A largo plazo pueden presentarse complicaciones todavía más serias, pues hay falta de hierro y vitaminas, lo que ocasiona deficiente circulación del oxígeno y mal funcionamiento general del sistema nervioso.
Si esto parece poca cosa, se ha comprobado estadísticamente que aquellos individuos que suprimen el desayuno corren más riesgo de sufrir obesidad. Según los nutriólogos el desayuno es, en efecto, una comida imposible de saltar. Desayunar es importante, y lo mejor de todo es que es placentero. ¿Pero por qué no lo hacemos? Las prisas, sueño, falta de hambre, etc. Lo peor es cuando nos engañamos, y tomamos café para tapar el “huequito” que sentimos, y algunos afortunados lo acompañan con una dona, y en efecto nos hace sentir bien en el momento, y aparentemente no pasa nada. Aunque a la larga esa no es la realidad.
Orar es nuestro alimento. Ya sé que están pensando. ¿Qué no la Biblia es nuestro alimento? Bueno Jesús dice que: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. Y en efecto la Biblia es la palabra de Dios. Por eso también la oración es nuestro alimento, ya que la oración no es un simple monólogo, sino una conversación. Es un momento en donde yo hablo con Dios, y Él me responde, yo lo alabo y Él me sonríe, yo le doy gracias y Él me dice de nada, yo le confieso mis ofensas y Él me perdona, yo le pido por mis familiares y amigos y Él me escucha.
Ya entendimos que desayunar es importante para nuestro cuerpo, nos ayuda con las actividades de nuestro día. De igual forma orar en la mañana es importante para nuestra vida. Podemos decir que comemos para no morir físicamente, y oramos para vivir en el espíritu.
Podemos hacerlo o no. Como decía un científico, inventor, meteorólogo, ambientalista y escritor británico (James Lovelock) “Puede que en un momento dado seamos lo bastante tontos como prescindir de la comida con tal de poder ir en coche a donde queramos”. Como siempre lo bueno es enemigo de lo mejor.
Por eso los invito a que “desayunemos” con Dios todas las mañanas.
Enviado por Alejandro Cunillé
1 comentario:
Gracias x publicar mi reflexión Dios le bendiga.
choco_2001@hotmail
Alejandro Cunillé
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