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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.
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domingo, 24 de noviembre de 2013

Quemar los dolorosos puentes del pasado


 
Quemar los dolorosos puentes del pasado
 La Palabra de Dios nos habla de las raíces de amargura y nos dice que nos estorban para poder crecer. 
HOY QUIERO QUEMAR TODOS LOS PUENTES DOLOROSOS DE MI PASADO Y CAMINAR HACÍA EL FRENTE, MIRANDO AL FUTURO CON ALEGRÍA”

Quién me puede decir que no tiene puentes dolorosos en el pasado de su vida?.......puentes de cualquier tipo, relaciones maltrechas, heridas que alguien nos produjo que nos han dolido demasiado, casi destruido, decepciones……..miles y miles de cosas pueden llegar a ser “puentes dolorosos de nuestro pasado”. En una ocasión conocí a alguien que conservaba una carta como prueba de todo su dolor; pero no sólo la referida carta llevaba implícito para esta persona todo su dolor, también llevaba rencor, amargura, falta de perdón………estaba amarillenta, había estado entre sus bolsillos y dentro de su corazón por más de cincuenta años.

Si!!, es cierto!, puedo hasta comprenderlo, pero jamás justificarlo.

La Palabra de Dios nos habla de las raíces de amargura y nos dice que nos estorban para poder crecer.

El Padrenuestro dice literalmente: “Perdónanos nuestras faltas; así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” y la Biblia dice que no se ponga el sol sobre nuestro enojo.

Sé muy bien que hay cosas y cosas, heridas y heridas…..laceraciones y laceraciones; pero también sé lo que es vivir anclándose en un pasado doloroso que se recuerda vez tras vez sin poder salir de él por nuestras propias fuerzas y ahí es donde el diablo toma la partida y es capaz de ganarla. A no ser que nos sometamos al señorío de Cristo.

El diablo es el engañador por excelencia y sabe muy bien como agarrarnos, hacer que nuestras neuronas funcionen bien y no olviden muchas cosas y nos hagan recordar una y otra vez los puentes dolorosos del pasado de nuestras vidas o incluso de nuestros propios errores, quitarnos el gozo y conseguir que de nosotros mismos no salten ríos de agua viva, además de no permitirnos vivir una vida prometida por Jesús a los suyos plena y abundante.

Recordáis a María Magdalena?......siete demonios de los que Jesús la liberó, la transformó en una nueva mujer y su amor por su Señor era infinito e incondicional.

Y qué me decís del endemoniado de Gadara?....legión!!!! legión de demonios tenía dentro. Quería seguir a Cristo, pero Él le dijo, “Ve a los tuyos y diles cuan grandes cosas ha hecho Dios contigo”. Podría seguir y seguir dando ejemplos durante horas………Qué os parecería que tanto María Magdalena como el endemoniado de Gadara rememoraran, de vez en cuando, su doloroso pasado y quedaran atrapados en el dolor y la amargura??.......en vez de eso su vida cambió radicalmente y no podían sino estar felices a causa de la liberación de sus puentes dolorosos del pasado sanados por el Divino Maestro.

Cómo está tu vida en relación a esto?....vives con amargura recuerdos que te causan dolor y de los que no eres capaz de liberarte?. Eres incapaz de perdonar?....todavía guardas en tu mente y en tu corazón además de en tu bolsillo “la carta amarillenta de hace cincuenta años?”.

Esta mañana me he hecho una promesa a mi misma, las palabras con las que comienzo este artículo: “HOY QUIERO QUEMAR TODOS LOS PUENTES DOLOROSOS DE MI PASADO Y CAMINAR HACÍA EL FRENTE, MIRANDO AL FUTURO CON ALEGRÍA” y, simplemente sonrío tranquilamente, mirando hacia mi futuro en tranquilidad y con confianza, sabiendo que mi vida descansa en las todopoderosas manos de mi Dios de amor y disfrutando de la bendita paz que produce el perdón.

Te unes a esto conmigo??..... te aseguro que merece la pena.
Autores: Beatriz Garrido

martes, 17 de septiembre de 2013

Construyendo puentes

Se cuenta que, en una oportunidad, dos hermanos que vivían en fincas vecinas, separadas solamente por un pequeño arroyo, entraron en conflicto.
Fue la primera gran desavenencia en toda una vida trabajando lado a lado, repartiendo las herramientas y cuidando uno del otro.
Construyendo puente, Marruecos
Durante muchos años recorrieron un camino estrecho y muy largo que acompañaba la orilla del arroyo para, al final de cada día, poder cruzarlo y disfrutar la compañía del otro. A pesar del cansancio, hacían la caminata con placer, pues se amaban.
Pero ahora todo había cambiado. Lo que había empezado con un pequeño mal entendido finalmente explotó en un intercambio de palabras ásperas, seguidas por semanas de total silencio.
Una determinada mañana, el hermano mayor oyó que golpeaban a su puerta. Al abrir se deparó ante un hombre que llevaba una caja de herramientas de carpintero en la mano.
Estoy buscando trabajo, le dijo. Quizá usted tenga algo para hacer, por pequeño que sea.
-¡Sí! le dijo el campesino, claro que tengo trabajo para ti. Ves aquellos campos más allá del arroyo. Son de mi vecino. En realidad, mi hermano menor. ¡Nos peleamos y no puedo soportarlo más!
- ¿Ves aquella pila de madera cerca del granero? Quiero que construyas una cerca bien alta a lo largo del arroyo para que no tenga que verlo más.
- Creo que entiendo la situación, dijo el carpintero. Muéstreme donde está la pala, el martillo y los clavos que con seguridad haré un trabajo que lo dejará satisfecho..
Como necesitaba ir hasta el pueblo cercano, el hermano mayor mostró al carpintero donde estaba el material y se marchó.
El hombre trabajó arduamente durante todo el día, midiendo, cortando y martillando. Ya anochecía cuando terminó su obra.
El campesino regresó de su viaje y sus ojos no podían creer lo que estaba viendo. ¡No había ninguna cerca!
En vez de la cerca había un puente que unía las dos orillas del arroyo.
Era realmente un hermoso trabajo, pero el campesino se enfureció y le dijo: tú eres muy atrevido construyendo ese puente después de todo lo que te conté.
Sin embargo, las sorpresas no habían terminado aún. Al mirar otra vez hacia el puente, vio al hermano aproximándose de la otra orilla, corriendo con los brazos abiertos.
Por un instante permaneció inmóvil. Pero, de repente, en un único impulso, corrió hacia su hermano y se abrazaron llorando en el medio del puente.
El carpintero estaba marchándose con su caja de herramientas cuando el hermano que lo contrató le pidió emocionado: "¡Espera! Quédate con nosotros algunos días más".
Pero el carpintero le contestó: "me gustaría mucho quedarme, pero, lamentablemente, tengo muchos otros puentes para construir."
¿Y usted, precisa de un carpintero, o es capaz de construir su propio puente para aproximarse de las personas con las que ha roto el contacto?
¡Piense en eso!
Las personas que están a su lado, no están allí al azar.
Hay una razón muy especial para que ellas hagan parte de su círculo de relaciones.
Por eso, no busque aislarse construyendo cercas que separan y hacen la desdicha de los seres.
Construya puentes y trate de caminar en la misma dirección de los que, por ventura, estén distanciados de usted.
Y si el puente de la relación está un poco frágil, u oscilando a causa de los vientos de la discordia, fortalézcalo con los lazos del entendimiento y de la verdadera amistad.
Actuando de esta forma, usted suplirá sus carencias afectivas y encontrará la paz íntima que tanto desea.
(Texto del equipo de redacción de Momento Espírita, basado en mensaje que circula por Internet, sin mencionar el autor.)