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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.

jueves, 31 de octubre de 2013

La niña y el relámpago



Una niña, de unos 6 años, iba diariamente a su colegio caminando a través del bosque. Una mañana, había amanecido con un cielo amenazador. El viento y las nubes hacían presagiar un día de lluvia, pero la bella niña seguía su camino rumbo a la escuela, como si todo fuera normal.
Durante el día, la tormenta fue aumentando en intensidad, por lo que se desató una tempestad con muchos rayos que podían verse desde varios kilómetros. La madre estaba preocupada por su pequeña hija que, como de costumbre, tenía que regresar sola atravesando el bosque. Sintió mucho miedo por lo que podría pasarle en medio de esa terrible tormenta.
Así que rápidamente subió a su auto y se dirigió en dirección a la escuela. La oscuridad y el viento hacían poco visible el camino, por lo que le costaba encontrar a su hija, que en este momento podía estar en peligro. Las luces de su vehículo, le ayudaron a divisar a la distancia a su hija, entre relámpagos y truenos, la pequeña se encontraba sentada junto a un árbol mirando el cielo. En ese momento un relámpago iluminó todo el bosque, la niña se puso de pie sin dejar de mirar el cielo y con una sonrisa angelical, abrió sus brazos.
La madre, viendo esta actitud, estaba perpleja, no entendía lo que pasaba, ya que la niña debería estar muerta de miedo. Salió corriendo de su auto y fue al encuentro de su hija. De regreso a su casa, la madre veía extrañada como su hija seguía mirando al cielo, sin dejar de sonreír. ¿Qué miras y por qué sonríes?, preguntó la madre.
¿Sabes por qué sonrío mami?, hoy es el mejor día de mi vida porque Jesús me está sacando fotos y esas son las luces de su enorme flash, algún día me gustaría mucho poder verlas. Para la madre aquella tempestad fue de gran preocupación y angustia, mientras que a los ojos de la inocente niña aquella terrible tormenta se tornó en el mejor de sus días, ella miró el más bello paisaje de su vida, iluminado por la grandeza de Dios, el día en que Jesús le tomó muchas fotos.
Cuantas veces los adultos por no tener la inocencia de un niño, cuando vienen las dificultades las tormentas y relámpagos de la vida, en lugar de permitir que Dios ilumine sus caminos para resolverlos, y sonreír a pesar de las tempestades, se intimidan, se dejan dominar por el miedo y se esconden dentro de su propio mundo.
–Jesús llamó a un niño, lo puso en medio de ellos, y les dijo: “Les aseguro que para entrar en el reino de Dios, ustedes tienen que cambiar su manera de vivir y ser como niños. (Mateo 18:2,3). –Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en la manera de pensar sed maduros. (1Corintios 14:20).

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