Hubo un profeta que había puesto todo su sueño e ilusión en el liderazgo de un rey. Lo buscó, lo ungió, lo aconsejó. Pero este rey al final sintió que no necesitaba de nadie, porque al fin y al cabo, él era el rey. Así que frente a una batalla con el enemigo más temido en su reino, hizo el papel de rey y sacerdote, violando así las normas establecidas por su Dios y el profeta. El resultado fue que perdió la gracia y protección de su Dios y del profeta. Pero el personaje del que quiero hablar aquí no es el rey, sino el profeta. Ese profeta quedó desconsolado cuando Dios le dijo que ya no bendeciría al rey, que habría un substituto. El profeta imploró a Dios, ayunó, se vistió de cilicio, y se aisló del pueblo. Su tristeza no la podía contener, tanto tiempo, esfuerzo, y esperanza puestas en el líder para fracasar de esa manera y quedar desamparado de liderazgo. El profeta se fue a su casa, jamás vio al rey y se arrepentía de haberlo puesto como rey sobre el pueblo… no podía salir de su depresión, hasta un día. “Dijo Dios a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.” Cuando las cosas no te salgan como deseas, no entres en pánico, no corras, porque cuando corremos sin consultar con Dios, podemos cometer mayores errores. Siempre existe el día de mañana, y nuestro reloj no es igual al de Dios. Yo nunca he visto el reloj de Dios, pero no creo que esté sujeto a doce horas como el nuestro. Deja que Dios obre en tu vida, y tú pregúntale: -Si las cosas no salieron como yo deseaba, ¿cómo tú deseas que salgan las cosas para mi vida? Te garantizo que no mucho tiempo después sabrás que hacer. Puede que sea que tengas que pedir perdón, o puede que sea que tengas que pasar la página y comenzar de nuevo. Pero tendrás la respuesta; no desmayes, no entres en angustia, habla con Dios y espera Su respuesta. En ti, Dios ha puesto todo lo necesario para comenzar de nuevo, si eso fuese necesario. Confía en Dios y en ti.
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Si estos pensamientos y estas palabras son oportunas, reflexione sobre ellas y, con la ayuda del Espíritu Santo, actúe con conciencia. Creo de todo corazón que son el mapa de carreteras digno de confianza para llegar a su vida y su familia.
sábado, 29 de septiembre de 2012
¿Qué ocurre cuando la vida no resulta como habías deseado?
Hubo un profeta que había puesto todo su sueño e ilusión en el liderazgo de un rey. Lo buscó, lo ungió, lo aconsejó. Pero este rey al final sintió que no necesitaba de nadie, porque al fin y al cabo, él era el rey. Así que frente a una batalla con el enemigo más temido en su reino, hizo el papel de rey y sacerdote, violando así las normas establecidas por su Dios y el profeta. El resultado fue que perdió la gracia y protección de su Dios y del profeta. Pero el personaje del que quiero hablar aquí no es el rey, sino el profeta. Ese profeta quedó desconsolado cuando Dios le dijo que ya no bendeciría al rey, que habría un substituto. El profeta imploró a Dios, ayunó, se vistió de cilicio, y se aisló del pueblo. Su tristeza no la podía contener, tanto tiempo, esfuerzo, y esperanza puestas en el líder para fracasar de esa manera y quedar desamparado de liderazgo. El profeta se fue a su casa, jamás vio al rey y se arrepentía de haberlo puesto como rey sobre el pueblo… no podía salir de su depresión, hasta un día. “Dijo Dios a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey.” Cuando las cosas no te salgan como deseas, no entres en pánico, no corras, porque cuando corremos sin consultar con Dios, podemos cometer mayores errores. Siempre existe el día de mañana, y nuestro reloj no es igual al de Dios. Yo nunca he visto el reloj de Dios, pero no creo que esté sujeto a doce horas como el nuestro. Deja que Dios obre en tu vida, y tú pregúntale: -Si las cosas no salieron como yo deseaba, ¿cómo tú deseas que salgan las cosas para mi vida? Te garantizo que no mucho tiempo después sabrás que hacer. Puede que sea que tengas que pedir perdón, o puede que sea que tengas que pasar la página y comenzar de nuevo. Pero tendrás la respuesta; no desmayes, no entres en angustia, habla con Dios y espera Su respuesta. En ti, Dios ha puesto todo lo necesario para comenzar de nuevo, si eso fuese necesario. Confía en Dios y en ti.
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