"En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo" Juan 16:33
Si
eres un hijo de Dios, con seguridad encontrarás adversidades, pero
Jesús afirma que no debes sorprenderte cuando vengan. En el mundo
tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo. Él te dice,
“no hay nada que temer”. Las mismas personas que antes de haber sido
salvas rechazaban hablar de sus problemas, a menudo se quejan y
preocupan después de haber nacido de nuevo, porque tienen una idea
equivocada de lo que significa la vida de un creyente.
Dios
no nos da una vida triunfante, nos da una vida a medida que triunfamos.
Las presiones construyen nuestra fortaleza. Si no hay problemas, no
habrá fuerza. ¿Estás pidiéndole a Dios que te dé vida, libertad y gozo?
Él no lo hará, a menos que estés dispuesto a aceptar la tensión. En
cuanto te enfrentes a ella, obtendrás la fortaleza. Vence tu propia
cobardía, da el primer paso y Dios te dará el alimento que necesitas.
"Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida", Apocalipsis 2:7. Si
das tu máximo en lo físico, te agotas; pero, cuando te rindes por
completo espiritualmente, obtienes más fuerza. Dios nunca nos da la
fuerza para el día de mañana o para la hora siguiente, sino sólo para la
presión del momento. Nuestra tentación es afrontar las adversidades de
acuerdo con el sentido común. Pero un santo se goza incluso cuando está
aparentemente vencido por las adversidades, porque
la victoria es absurdamente imposible para todo el mundo, menos para
Dios.
Tomado del libro devocional "En pos de lo Supremo" de Oswald Chambers
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