miércoles, 8 de enero de 2014

La receta contra la amarguna


Endulza tu amargura
Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia 
de Dios;que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe,
 y por ella muchos sean contaminados. Hebreos 12:15


Esta declaración se basa en Deuteronomio 29:18:
«No sea que haya en vosotros raíz que produzca
 hiél y ajenjo». «Se aplica a cualquier persona de
 la iglesia dada a las discusiones con el deliberado
propósito de fomentar mala voluntad y división
 entre los hermanos. Una raíz de amargura
 generalmente germina en la oscuridad de
 algún alma marchita, y luego florece
convirtiéndose en una crítica pública y
maligna contra los dirigentes de la causa de Dios en la tierra.
La amargura es una condición espiritual enfermiza. Conlleva un deseo excesivo de
 venganza capaz de todo. Está a la cabeza de la lista de los problemas que ahuyentan
 al Espíritu de Dios: «Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería,
 maledicencia, y toda la malicia» (Efe. 4: 31).Es muy difícil curar la amargura,
porque la persona amargada se acostumbra a vivir con ese espíritu,
 considerando que su comportamiento es normal y parte de su personalidad.
 Por desgracia, quien tiene este problema tampoco percibe el daño que le ocasiona
la amargura.

Los efectos de la amargura son graves: pérdida del dominio propio, irritabilidad,
insomnio, depresión, negatividad, y malestar del ser en su conjunto. La
 amargura ahuyenta al Espíritu de Dios. Sin embargo, cuando arrancamos la raíz
de amargura, el Espíritu Santo toma posesión y control de nuestras vidas.Todos
 los cristianos deseamos llegar a ser como Jesús. Si ese es nuestro objetivo,
el primero y más grande paso que debemos dar es el de ser personas dulces,
 en las cuales no tenga cabida la amargura.

¿Cómo sabremos que hemos triunfado y nos hemos deshecho de la amargura?
 Hemos arrancado la raíz de amargura cuando nuestra vida está dominada por
el amor y ya no deseamos vengarnos de nuestros ofensores; cuando nuestra boca
ya no pronuncia palabras hirientes que afecten la reputación de los
demás. Seremos completamente libres de la amargura cuando les deseemos el
 mayor de los éxitos a nuestros ofensores.Decide hoy poner a un lado la amargura.
 Pide al Señor que te dé un carácter dulce. Que tu oración sea: «Señor, ayúdame a
 ser una persona de carácter dulce, a la cual todos quieran acercarse porque
sienten la presencia divina en su vida».

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