miércoles, 31 de octubre de 2012

PROFETAS DE FALSA PAZ


by Verdadera Vida
“Y curan el quebrantamiento de la hija de mi pueblo con liviandad, diciendo, Paz, paz; y no hay paz.” Jeremías 6.14 
Así como Dios no puede enviar a una nación o pueblo una bendición más grande que la de darle pastores fieles, sinceros y rectos, la maldición más grande que Dios puede enviar a un pueblo de este mundo, es darles guías ciegos, no regenerados, carnales, tibios y no calificados. No obstante, en todas las épocas, encontrarnos que han habido muchos ‘lobos vestidos de ovejas’, muchos que manejaban displicentemente conceptos fundamentales que no habían asimilado en toda su profundidad, que restaban importancia a las profecías, desobedeciendo así a Dios.
Tal como sucedía en el pasado, sucede ahora. Hay muchos que corrompen la Palabra de Dios y la manejan con engaño. Fue así de una manera especial en la época del profeta Jeremías; y él, fiel a su Señor, fiel a ese Dios que lo habla empleado, no dejó de abrir su boca para profetizar en contra de ellos, y para presentar un noble testimonio para honra de aquel Dios en cuyo nombre hablaba.

El profeta presenta un estruendoso mensaje a fin de que se espanten y sientan algo de convicción y se arrepientan; pero parece que los falsos profetas, los falsos sacerdotes, se dedicaron a acallar las convicciones del pueblo, y cuando sufrían y sentían un poco espantados, preferían tapar la herida, diciéndoles que Jeremías no era más que un predicador entusiasta, que era imposible que hubiera guerra entre ellos, diciendo al pueblo: ‘Paz, paz’ cuando el profeta les decía que no habla paz.

¡Cuántos somos los que clamamos: Paz, paz a nuestras almas, cuando no hay paz! Cuántos hay que ahora están sumergidos en sus impurezas, que creen que son cristianos, que se jactan de que se interesan en Jesucristo; pero si fuéramos a examinar sus experiencias, descubriríamos que su paz no es más que una paz proveniente del diablo -no es una paz dada por Dios-  no es un paz que escapa a la comprensión humana. Por lo tanto, mis queridos oyentes, es de suma importancia saber si podemos hablar de paz a nuestro corazón. Todos anhelamos la paz; la paz es una bendición inefable; ¿cómo podemos vivir sin la paz? y, por ello, las personas de cuando en cuando tienen que comprobar lo lejos que deben ir, y qué cosas les tienen que suceder, antes de poder hablar de paz a su corazón.
Esto es lo que anhelo ahora, poder librar mi alma, poder ser libre de la sangre de aquellos a quienes predico, no dejar de declarar todo el consejo de Dios, Procuraré, mostrarles lo que deben sufrir y lo que debe suceder en ustedes antes de que puedan hablar de paz a su corazón.
Fragmento tomado del folleto “El método de la gracia” de George Whitefield.

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