sábado, 30 de julio de 2011

REFLEXIONES, John Owen











"No hay pensamiento con el que el hombre sea tan embrutecido y entontecido, ni sea tan pernicioso, como este: que una persona sin purificar, sin santificar su vida, pueda luego ser llevada al cielo, a un estado de bendición que consiste en el disfrute de Dios. Ni esa persona puede gozar de Dios, ni para ella Dios seria como una recompensa. Sin duda, la santidad se perfecciona en el cielo, pero su origen se halla invariablemente en este mundo. A nadie conduce Dios al cielo si no ha sido antes santificado en la tierra. La Cabeza viva no admite miembros muertos."

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